Bienvenidos a una nueva entrega de Oficio al Medio, un newsletter sobre historietas. Cada semana, Gonzalo Ruiz y Matías Mir analizan algún cómic o alguna temática relacionada al mundo de las historietas, buscando repensar sus lecturas y conectar con otros fanáticos. En este nuevo contacto, Matías da cátedra de cómo arruinarte la vida coleccionando historietas y Gonza recorre la ciudad capital dibujada.
Para coleccionar a Carlos Nine
Por Matías Mir
Supongamos que tomaste la decisión de empezar a coleccionar la obra del artista plástico, pintor, escultor e historietista Carlos Nine. Quizás agarraste una Fierro vieja y dijiste “qué grosso el laburo de este tipo”. Quizás recordaste que el que hace esas historietas es el mismo que dibujaba la tapa de algún libro que leíste en tu infancia. Quizás te traumó en las páginas de la revista Humi cuando eras chico y alguna clase de mecanismo freudiano convirtió ese miedo en obsesión. Quizás solo tenés buen gusto. En cualquier caso, decidiste embarcarte en una de las más divertidas pero imposibles aventuras para el coleccionista de historietas argentinas. Bienvenidos a mi charla TED.
El primer paso es sencillísimo: vas a una o dos librerías especializadas y decís “¡deme todo lo que tenga del maestro, señora!”. Así, vas a conseguir El patito Saubón (Hotel de las Ideas), Crímenes y castigos (Hotel de las Ideas), Keko el mago (Colihue), Fantagas (Moebius) y, quizás, puedas conseguir Gesta Dei (De Ponent), esa especie de artbook del genio bonaerense. Con eso tenés para divertirte un rato… hasta que te enteres de que solo raspaste la punta del iceberg (tendría que hacer ese meme: el iceberg del coleccionismo de Nine).
Lo primero que te vas a enterar en tu búsqueda es que, solo de esas historietas, hay más. Vas a descubrir que tu edición de Fantagás es solo la mitad de la historieta, que hay más capítulos de Keko y que, de su spin-off El patito Saubón, no solo hay una primera versión en blanco y negro sino que hay más capítulos. Porque a Nine le gustaba redibujar, retocar y revisar sus propias historietas, así que, querido coleccionista, estás en el horno.
Por suerte, las revistas Fierro no son tan difíciles de conseguir, tanto de la primera como de la segunda época, y ahí vas a conseguir bastantes historietas. De la primera época, seguime este listado: #1-2, #6, #21, #24, #26, #30, #32-62, #64-67, #71-74, #76-81, #83-88, #94-98 y #100 y las Fierro Extra #2-4. Ahí ya tenés páginas a lo loco para divertirte, si querés recortalas y armá tus carpetitas, porque estás coleccionando papelitos y papelitos de historietas unitarias integrales y también con guiones ajenos de Buscaglia, Trillo y más (una de las cuales se incluye en La Argentina en pedazos, libro que también tiene portada de Nine, por si pensabas que no hacía falta en tu colección); y también fetas de Carlitos, Keko el mago, Crimen y castigo (que es Crímenes y castigos, pero en el libro de Hotel está mejor rescatada, la incluyo por si sos un coleccionista enfermo, nomás), las Estampas del oeste, El patito Saubón, Tropikal Mambo y más ilustraciones y portadas. (Podés chequear el índice, y también digitalizaciones de las revistas, en esa gloria del archivismo que es AHIRA). También, si estás en modo Urraca, podés comprarte las El Péndulo #8 y #12 y El Péndulo (libro) #1-2, que tienen tapas o ilustraciones del genio. Y también fijate de conseguir la Raf #3, que tiene un capítulo de Saubón.
De la segunda época de Fierro no tengo un listado tan prolijo, pero el profe Facundo Vázquez se las releyó todas en orden y armó su propio índice. Acá lo que más te importa es conseguir algunos unitarios que salieron en las primeras revistas, la #120 que es un especial solo de Nine, y las que tienen los capítulos de Fantagás. Con esas últimas podés solo fetearlas, dejarlas en las revistas con algún papelito o, como algunos locos, reencuadernarlas a mano para tenerlas en tu biblioteca.
¿Querés más? JA. Bueno, ¿sabías que la revista de diseño TipoGráfica publicó TAMBIÉN Crímenes y castigos? Esta vez bajo el nombre de Muertes y castigos (sí, tiene tres nombres distintos, y eso sin contar que Nine también ilustró una edición en fascículos de, adivinaste, la novela Crimen y castigo de Dostoievsky, de la cual jamás encontré un puto dato más allá de que existió). Ocurrió en las entregas #35-38, y podés chequearlas en el sitio de la revista.
Ah, y mencionamos la revista Humi ya, donde tiene varias historietas infantiles fantásticas que me debo reseñar en este espacio. Ahí agarrate, porque no son tan fáciles de conseguir.
Pero podemos ir más atrás. Sin salirnos todavía de la Argentina, todavía podemos rastrear a Nine hasta la revista Gente, que cerca de la época en la que editaron el Eternauta de Breccia, también publicaron Love Story, una adaptación a la historieta de una película de otro con guiones de otro que si la ves de lejos no pensás que es del maestro, aunque cuando la mirás con lupa podés reconocer ciertos firuletes, cierto trazo inescapable. De todos modos, el propio Nine dice al respecto (en el libro Historietas para sobrevivientes de Carlos Scolari): “Era horripilante, una cosa espantosa. (...) Después la tiré”.
Y después, si querés tener todo, pero todo, probablemente tengas que ponerte a buscar su trabajo como ilustrador para novelas, libros de cuentos, revistas, folletos estatales, etc. Un laburo inclasificado y demente que no vas a terminar nunca en tu puta vida. Pero asumamos que lo afrontás. Aun así, todavía hay un montón de material inédito que solo salió en otros países, sin contar reediciones extranjeras del material ya mencionado. Quizá quieras conseguir las estampas del mundial del 82 que hizo bajo el seudónimo “Yeite” para la editorial Bruguera. O quizás quieras conseguir algunas Zona 84 con historietas de Nine que seguro ya tenés pero en otro trazo (porque, de nuevo, el loco redibujaba lo que ya había terminado y lo republicaba, asegurándose así de cagar a todos los coleccionistas que tratamos de seguirle la pista). Si pasás por España, ya que estás, fijate de conseguir Abrir puertas: crónicas de la Pampa vasca de la editorial Ikusager, que incluye una historia de Nine con guiones de Sasturain, o su tomo de la colección Relatos del nuevo mundo con guiones de Jorge Zetner, o la trilogía de álbumes Pampa, con Zetner también. Y si vas a Francia, fijate de conseguir la entrega que sacó para la saga de Le Donjon (editada en España como La Mazmorra), o su versión ilustrada de El lago de los cisnes, o la edición especial de Fantagas que venía con un sketchbook hermoso, o la edición definitiva de Tropikal Mambo.
Y si tenés todo eso (después de haber vendido todas tus pertenencias menos las historietas y haber perdido todos tus vínculos sanos en este espiral desenfrenado de coleccionismo), lamento decirte que no vas a tener todo. No vas a tener todavía su participación en las revistas Suda Mery K! o Cruda. No vas a tener las obras fortuitas, las ilustraciones para otros medios. No vas a tener aquello de lo que no hay registro, no vas a tener todas las ediciones internacionales de las obras ya mencionadas. Lamento decirte que no hay salida de este laberinto en el que solo o sola te encerraste, porque siempre va a haber otro hallazgo, o siempre van a reeditar algo, y tu búsqueda infructuosa solo te va a resultar frustrante. Abandoná en cuanto puedas esta misión condenada y dedicale tu vida a algo más sencillo.
O no, porque estas historietas están buenísimas.
Dos visiones de Buenos Aires.
Por Gonzalo Ruiz
Que ciudad fantástica que es Baires. Quilombo, ruido, marea de gente… sí, pero tiene mucho más para ofrecer, por vías más positivas y que de cierta manera aún conserva pese a que la pandemia se llevó puesto no solo a personas, sino también a negocios que adornan, por ejemplo, la calle Corrientes. Y por supuesto, la ciudad ha sabido figurar en varias historietas producidas en el país. Desde los laberintos humanos del microcentro, a visiones más suburbanas como presenta de a momentos La Sudestada (Hotel de las Ideas), que refleja con maestría los recovecos menos glamorosos que tiene Buenos Aires.
Por eso, cortito y al pie, dos libros relativamente recientes que han sabido tener a Buenos Aires no necesariamente como protagonista pero sí como eje central.
Buenos Aires en pelotas (Gustavo Sala, Penguin Random House, 2021)
La anti-guía turística por excelencia o, sincerándonos, la guía turística que mejor refleja lo que pasa en la capital. Y qué mejor que el hiperácido Gustavo Sala para realizar este trabajo semiinédito (reúne historietas publicadas en la Barcelona y en Orsai, plus mucho material nuevo) que no se guarda absolutamente nada, metiéndose desde el inicio con el sistema de estafa que ocurre en los puestos de taxi de Ezeiza hasta llegar a las políticas neoliberales que maltratan a las clases más bajas que habitan la urbe.
No hay aspecto que haga reconocida a nuestra metrópoli que se haya salvado de la “lupa” salvaje de Sala, quien se encarga no de deconstruirla, sino de destruirla. ¿Te parece que los bares notables se zarpan un toque con sus precios pero no te da decirlo en voz alta? Gustavo no lo dice: lo grita, le pasa un resaltador gigante y flúor a todo lo que esta mal. Hay palos para la soberbia porteña, para el aspecto más ventajero que tienen (¿tenemos?) algunos (¿todos?) en la ciudad… pero también aprovecha algunos espacios solapados para atacar otras cosas, como cuando hace mención a la “oferta cultural”, abundante por cierto, que tiene Buenos Aires para ofrecernos, pero que a veces no es tan “cultural” que digamos. La página de la Feria del Libro, que es a la que me estoy refiriendo, probablemente sea el más fiel pero triste reflejo de lo que ocurre a nivel editorial en el país.
Lo mejor de todo es, por supuesto, ver al humorista divirtiéndose con los infinitos juegos de palabras que le proporciona meterse con cualquier cosa. Literalmente cualquier cosa: las primeras páginas implican deformar o reemplazar por palabras similares pero groseras, los nombres de algunos barrios y calles. Ver a Sala exacerbándose con una cosa y meter aliteraciones hasta el hartazgo es placentero, lo que genera que uno repase hasta el más mínimo detalle que tienen las páginas, por siempre hay un chiste escondido. Hay por supuesto, como en todo signo de los tiempos, un claro mensaje antimachista y hasta antifascista (celebrados ambos, claro), en sintonía con las avanzadas que la ultraderecha estuvo pegando en la ciudad ultimamente. Pero también se ríe de esos aspectos, con los taxistas y los teatros de revista como principal blanco.
Pasear por Buenos Aires es placentero, no solo por el microcentro y su siempreterna oferta de todo, sino por otros barrios, los más tranquilos y los que también son parte del bombardeo de información. Pero claro, uno a veces, embelesado por estas atracciones ignora todo lo que hay por atrás, todo lo negativo. Y hacerlo es ser parte de una invisibilización de ciertas cosas repudiables y de tampoco hacerse cargo de qué pasa con los vendedores ambulantes o los que piden monedas en el subte. Por eso celebro un libro como Buenos Aires en pelotas, que se encarga de subrayar de manera tan violenta como graciosa todo esto. Necesariamente crudo.
Saturno (Pablo de Santis y Matías San Juan, Hotel de las Ideas, 2021)
Originalmente serializada en la versión digital de la Fierro (que todavía se puede leer, precisamente acá) y posteriormente recopilada en libro, quizás sea medio un choreo mencionarla porque no trata puntualmente DE Buenos Aires, pero la ciudad es, en cierta manera, una protagonista omnisciente. De Santis piensa una ciudad de antaño representada a la perfección por San Juan (De Santis y San Juan podría ser tranquilamente una cortada ficticia en Boedo) donde el anecdotario criminalístico está en cada esquina, bar notable u hotel porteño posible.
Saturno Drey, el real protagonista, es un investigador privado que trabaja para una revista de policiales, donde aprovecha además para aflorar una cierta sensibilidad al momento de escribir su parte. Pasión y profesión se mezclan a lo largo de siete casos ambientados en una ciudad que hoy ya no existe, porque todo ocurre en aquella década infame, la de los 90. No hay una óptica de optimismo menemista, de un milagroso 1 a 1 que permitió que mucha gente se fuera del país; tampoco están los excluídos sociales que el Nuevo Cine Argentino habría de explotar en películas como Pizza, birra, faso, sino que existe en Saturno un halo que parece apartar el centro porteño de esos mundos paralelos, para hacer de la calle Corrientes un rancho aparte. Uno habitado por criminales, por supuesto.
Aun así, hay escenas que podemos seguir reconociendo (algunas quizá solo en fotos o gracias a algún memorioso), como los bares de mala muerte del bajo o los cines de la calle Lavalle, todo como parte de la obra y gracia de Matías San Juan, excelso dibujante cuya acotada producción solo es perdonada por el placer que otorga observar a un maestro del dibujo, que logra dibujar/reproducir la ciudad de una manera casi fotográfica, pero no porque parezca usar, justamente, fotos photoshopeadas (y perdón por ese trabalenguas), sino por la precisión, el realismo que otorga. Por su lado, De Santis sube la vara en cada caso, o más bien en cada capítulo. Porque, a medida que se van acumulando, los delitos se muestran más complejos o enrevesados (más no inverosímiles), mientras que descubrimos más de la sensibilidad del detective, que resulta más poeta que hombre de acción, más humano que cualquier clon de Phillip Marlowe, faceta que también se explota, por supuesto, por la alta calidad de texto que presenta el guionista.
Compararlo con otros policiales urbanos sería injusto, más que nada porque la cantidad de historias es bastante reducida si la ponemos a la par de un personaje como Alack Sinner. Aún así, Saturno es una fresca mirada del género, no necesariamente una actualización (y no porque la necesite el género) de los tropos, pero sí al menos aporta una nueva mirada de una clase de personajes que no abunda demasiado en la historieta nacional. Y esto último quizás sea más un lloriqueo absolutamente personal por ser fan del poliziesco, como le dicen los italianos.
Como recomendación al pie, menciono también la edición integral de Evaristo (también editada por Hotel de las Ideas, de publicación bastante reciente), a cargo de los gloriosos Carlos Sampayo y Francisco Solano López. Otro policial de ambientación bastante urbana y porteña, debido a que la inspiración vino de una figura real, el Comisario Evaristo Meneses, figura mediática en los años 50 y 60. Otro policial, otra mirada porteña.
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