Bienvenidos a una nueva entrega de Oficio al Medio, un newsletter sobre historietas. Cada semana, Gonzalo Ruiz y Matías Mir analizan algún cómic o alguna temática relacionada al mundo de las historietas, buscando repensar sus lecturas y conectar con otros fanáticos. En este nuevo contacto, Gonza se adelanta a Halloween hablando de su mangaka favorito y Matías hace catarsis hablando sobre edición de historietas.
Las exacerbadas visiones terroríficas de Hideshi Hino
Por Gonzalo Ruiz
Seppuku (o Harakiri para Occidente) es una película de Masaki Kobayashi del año 1962. Sus imágenes de violencia intensa dentro del marco de un código de honor entre los rōnin impactaron fuertemente a un joven niño, que además tenía a parte de su familia metida con los Yakuza, otro grupo de personas con cierto “código” en sus espaldas, literal y metafóricamente hablando. Un niño que venía signado en cierta forma por la desgracia: nacido en Manchuria, China en un momento en el que el territorio había sido ocupado por Japón. En paralelo con el bombardeo nuclear en Hiroshima y Nagasaki, los soviéticos corren a los japoneses, y durante la retirada, una mujer embarazada es herida de gravedad. Afortunadamente el incidente no pasó a mayores, pese a que la familia pasó un largo período de vida precaria; la mujer sobrevivió y al poco tiempo nació el jóven que, atraído por una película violenta, le dieron ganas de ser director de cine, pero antes se convertiría en un ícono del terror gráfico japonés.
La primera obra larga del maestro Hideshi Hino fue La extraña enfermedad de Zoroku (Zoroku no Kibyo), una breve obra de terror inspirada en The Illustrated Man de Ray Bradbury, con la intención de mezclar cuentos tradicionales con una tónica terrorífica. Zoroku no Kibyo le llevó a Hino un año completo de trabajo, debido a su costumbre de trabajar solo, además de pasar largo tiempo corrigiéndolo. Finalizada la historia en 1970, se decidió a mostrarla en Akita Shoten y Shonen Gaho, quienes rechazaron la obra, aunque la última terminó arrepintiéndose y la publicó dentro de la colección Shocking World. Para dicho apartado publicó otras historias breves. Sin embargo al tener una muchísima menor cantidad de tiempo (pasar de un año de desarrollo a menos de un mes), estas obras son consideradas menores incluso para el artista mismo.
Zoroku es el tonto de un pueblo medieval nipón que contrajo una extraña enfermedad que le deja la cara llena de granos con pus. Los aldeanos terminan apartando al asqueroso personaje, instados por su hermano mayor y a costas de su sufrida madre, quien trata como puede de apañar a su hijo imbécil. Muchos de los tópicos que vemos acá serán repetidos en otras publicaciones del mangaka: personajes torturados, alienados, seres con el incordio como cruz que encuentran la belleza donde el resto de los humanos mortales no. Y la inocencia por sobre todas las cosas.
Tal vez hay dos puntos esenciales que separan a Hideshi Hino de otros mangakas: por un lado trabaja solo y sin la necesidad de utilizar ayudantes, una tarea común dentro de la industria japonesa, y que aún así tampoco evitó que se convirtiera en un artista prolífico; y por otro, su estilo de dibujo: comparándolo con un detallista desbocado e insano como Junji Ito, Hino va más a lo directo, apelando más a una narrativa. Genera climas con detalles simplistas pero que termina reventando en paneles bien detallados con putrefacción y expresiones exacerbadamente perturbadoras. El terror que nos quiere hacer sentir ya lo vemos en la cara de los personajes y logra que lo sintamos.
No son muchas las obras largas del maestro. Hino gusta de contar pequeñas pastillas terroríficas con un hilo conductor. Tanto Galería de horrores (Kyōfu Gallery) como Circo de monstruos (Circus Kitan) están repletas de historias breves que tienen narradores/presentadores al estilo Twilight Zone. En el caso del primero, quien nos introduce en cada relato es dueño de una galería especializada en, por supuesto, cuadros de horror. Y para el segundo libro, es el “líder” de un circo freak, uno en el que, en realidad, cada uno de los habitués de la diversión son demonios en pena, cuyas historias siempre terminan en una tragedia cada vez mayor. Después hay una cantidad de obra publicada en varias antologías. Su verdadero debut profesional fue dentro de las páginas de COM, la respuesta de Osamu Tezuka ante la vanguardia de la Garo, año 67, luego de una ardua militancia doujinera. Curiosamente, otro coterráneo del género también debutó en la COM: Daijiro Morohoshi. Esto también sirve para dejar en claro que el espacio del terror dentro del manga tuvo un comienzo no necesariamente confuso, pero sí disperso.
Otra obra mayor (y una de las pocas de larga duración), es Panorama infernal (Jigoku Hen), publicado en 1982 por Hibari Shobo. Mitad ficción y mitad obra autobiográfica, esta obra maestra pone en perspectiva qué ocurre en la cabeza de Hino, desde sus familiares relacionados con los yakuza, su hermano en estado de coma por una pelea pandillera y sus (en el momento de creación de la obra) problemas y desencantos con el trabajo de artista. Pocas obras (y hablo en general, no solo del manga) exponen lo más profundo del corazón del artista como esta, además de mostrar sin ningún tipo de tapujo lo duro de su vida, acompañado además, al menos en la edición española de La Cúpula, con comentarios a cargo del mangaka que solamente confirman lo narrado. Más allá de las metáforas, al final del día, el verdadero horror es el que padecen algunas personas sin suerte.
Como parte de la influencia de Seppuku, Hideshi quiso ser director de cine en primer lugar. Este sueño lo pudo cumplir en 1985 cuando fue parte del proyecto Guinea Pig (Ginī Piggu), una reconocida saga de cine gore asiático. Hino realizó dos películas: la segunda entrega, Chiniku no Hana (Flower of flesh and blood) y la cuarta, Manhōru no naka no Ningyo (Mermaid in a manhole), esta última dirigida y escrita por él. Ambos filmes poseen un alto impacto visual, propio de la influencia de Kobayashi, y es tal la violencia que hoy en día es recordada por una tragicómica secuencia que incluye a Charlie Sheen (en una noche probablemente alterada, químicamente hablando), el FBI y una denuncia desestimada al segundo. No es de extrañar que Sheen haya reaccionado de esa manera tan particular, ya que las escenas de desmembramiento son tomadas de una forma tan cruda, tan ritual, que podría agarrar hasta el más desprevenido, incluyendo a un incrédulo Hino que tuvo que ir hacía Estados Unidos para probar que efectivamente nadie murió en la realización de esta película.
Hideshi Hino no es necesariamente una rareza absoluta dentro del mundo manga, sobre todo dentro del género terrorífico (esto más que nada a lo poco que está editado por fuera de la isla del sol naciente), pero aun así a veces por no estar dentro de los “cánones” del shonen más populachero y que mayoritariamente domina el mercado argentino, no se lo tiene en cuenta de la forma en que se lo merece. Así que qué mejor manera de celebrar Halloween mañana que con un trepidante y horrorífico manga del maestro.
Historietas sobre editar historietas
Por Matías Mir
“La publicación presupone una comunidad, incluso una comunidad de ausentes”.
-Eric Schierloh
Esta semana estoy cansado. Cansadísimo. Exhausto. Y como yo uso mi espacio en este newsletter para sublimar lo que vengo teniendo en la cabeza durante los últimos siete días en forma de ensayos sobre historieta, ahora tienen que bancárselo. Tuve mucho trabajo y tengo mucho trabajo por delante y escribo esto en un descanso entre tareas. Mi trabajo, por cierto, es editar historietas, de todo tipo, así que vengo 24/7 pensando en cuestiones de corrección, de traducción, de organización de catálogos, de producción editorial y más bla bla bla, tanto que irónicamente me cuesta sentarme y escribir sobre otra cosa, así que encontrémonos en un punto medio y hablemos de historietas sobre editar historietas.
(Además, hace unos días me leí Moyotes & Escribir, imprimir, publicar, el libro/zine de Eric Schierloh, y reavivó mi las llamas de mi afición por la edición no solo como oficio sino como objeto de estudio).1
Bakuman de Tsugumi Ohba y Takeshi Obata
Honestamente, odio sentarme y escribir sobre Bakuman. Lo eludí toda la vida porque siento que para cuando llegué a Bakuman ya todo el mundo lo había leído y ya no quedaba nada novedoso para decir. Todas las flores fueron tiradas, todos los comentarios fueron hechos. Sin embargo, creo que hay una veta (un poco) menos explorada y debe ser la que más me gusta: la de el vistazo al mundo de la edición industrial de historietas.
Una vez que los pibes entran a laburar para la Weekly Shonen Jump, a mí las partes que más me gustaban de Bakuman eran aquellas en las que charlaban en las oficinas y veíamos cómo editores discutían, debatían o se cagaban a puteadas acerca de qué era lo mejor para la industria, o aquellas en las que se reunían los mangakas con los editores y recibían el feedback tan temido pero apreciado de alguien que la tenía mucho más clara y su trabajo era potenciar la obra.
Siento que la experiencia Bakuman en occidente es un tanto polémica, porque mucha gente lo leyó (o lo lee, porque no deja de circular nunca y debe ser el manga que más gente he visto leyéndolo en el transporte público) y siento que piensa “ya está, ya me cuadró todo, ahora yo sé cómo funciona la edición de manga en Japón, es hora de basar todo mi entendimiento de la industria en esto”, cuando la realidad es que no solo la serie está sesgadísima por todos lados (por la visión de su autor, por lo específico del género que trabajan los personajes, por lo reducido de toda la experiencia al departamento de manga de una sola editorial, por lo deformado de varias cosas para que sean más dinámicas en la ficción…) sino que además está anclada en un tiempo específico y el escenario actual hoy en día es bastante distinto (por ejemplo, una boludez: en Bakuman, que yo recuerde, todos los mangakas son tradicionales, ninguno toca una computadora ni una herramienta digital).
Aunque no sea una enciclopedia de cómo funciona realistamente la industria de la historieta en Japón, sí me parece que cumple (quizás sin pretenderlo) un objetivo más interesante que es el de abrirle la cabeza a un montón de gente a la hora de pensar en la edición. Te explicita y dedica 20 tomos a mostrar que para que una historieta realmente comercial exista tiene que ser pensada, debatida y hasta discutida. Que tiene que ser producida por un equipo de trabajo. Que tiene que ser rentable para todos los involucrados. Es un gran ida y vuelta entre hacer lo que te apasiona y entender qué quiere el público, en tensión con qué es económicamente viable y qué supera los límites humanos de producción (tengo grabada en las retinas la escena de Mashiro muriendo frente al tablero porque no llegaba a las fechas de entrega).
También estoy seguro de que más de un lector o lectora arrancó leyendo Bakuman pensando “yo quiero ser mangaka, esto me viene al dedo” y lo terminó pensando “pará, creo que en realidad quería ser el que le dice a los mangakas qué hacer”, y eso me parece fantástico.
Hibiki: Shousetsuka ni Naru Houhou de Mitsuharu Yanamoto
Qué buena merca que es esto. Hibiki… es lo más parecido que encontré a Bakuman pero sobre el mundo de la literatura. El concepto es gancherísimo por todos lados y masomenos va de esto: la industria editorial de Japón está en decadencia y aparece de pronto la novelista prodigio más talentosa del siglo, que no es nada más ni nada menos que una estudiante de secundaria silenciosa pero explosiva. Hibiki parece una introvertida inofensiva pero se lleva al mundo por delante a base de cagarse a piñas, extorsionar gente y poner en riesgo su vida todo el tiempo.
La dinámica de la serie termina siendo acerca de cómo Hibiki es una ola que se lleva puestos a todos a su alrededor: a sus amigos, a su editora, a la editorial y a otros escritores. Todo el mundo se enfrenta al hecho de que la quiere tener lo más lejos posible pero nadie puede decirle que lo que escribe es una mierda, así tienen que aprender a lidiar con tener al genio personificado en sus vidas.
Pero, lo que nos importa a nosotros, es que es una ficción acerca de un montón de personajes a los que la edición y la literatura les importa muchísimo. Al igual que Bakuman, también dramatiza o simplifica muchas cosas en pos de la ficción, pero si sos alguien relativamente interesado en esta industria, Hibiki es tu Lollapalooza (?). Acá se habla de edición pura, de concursos de literatura, de manejo de manuscritos, de procesos de selección para premios, de la pica entre distintas áreas de una misma editorial, de la tensión con entre literatura dura y manga, de la incursión de las nuevas tecnologías en la publicación (cosas novelas por entregas digitales, por ejemplo) y en el medio mucha pero mucha tensión y cosas turbias.
Visitado de Athos Pastore
Bueno, demasiado cipayo todo. Vengamos un poco a Argentina, al año 2019, cuando Athos publica el zine Visitado. Ya escribí sobre este experimento gráfico fantástico en el cual su autor escribe y dibuja desde la doble postura de ser historietista y editor (algo que en nuestro país es sorprendentemente común). Debe ser mi fanzine favorito, y obviamente ya escribí sobre él apenas lo leí. En la búsqueda de ese artículo, me lo quedé leyendo y me di cuenta de que nada que escriba acá va a ser mejor, así que solo les reproduzco una parte.
Lo que hay dentro de Visitado es… complicado de explicar. Hay historieta, hay ilustración, hay entrevistas, hay misceláneas, mezclas raras de todo lo anterior. Es experimentación pura, esperable de una editorial como Deriva que nunca se quedan en el molde. El eje principal del proyecto es la pregunta “¿por qué seguir editando historieta?”, y, como suele suceder con las preguntas más importantes, no tiene una respuesta sencilla o universal. (…) ¿Por qué seguir editando historietas hoy, ahora, si [la historieta] no debería estar viva en primer lugar? ¿Por qué seguir animando con electrochoques un cadáver durante el fin del mundo?2 Athos, con dibujos, con metáforas, con una resmita que ni siquiera le hizo falta abrochar y con el talento que lo caracteriza, puede arriesgarse a responder eso mejor que cualquier combinación de caracteres que pueda escribir.
Si quieren leer el resto de esa reseña, pueden hacerlo en su publicación original en Zinerama.3
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Dentro de la propuesta editorial de Barba de Abejas, que recomiendo muchísimo.
Nota: esto fue escrito pre-Covid. Solo estaba increíblemente deprimido.
Y también, ya que estamos, vuelvo a recomendar la serie live-action de Thus Spoke Kishibe Rohan, una ficción japonesa acerca de un mangaka egocéntrico con el poder de abrir a la gente como libros y que resuelve misterios en el mundo editorial. Una belleza.