Bienvenidos a una nueva entrega de Oficio al Medio, un newsletter sobre historietas. Cada quince días, Gonzalo Ruiz y Matías Mir analizan algún cómic o alguna temática relacionada al mundo de las historietas, buscando repensar sus lecturas y conectar con otros fanáticos. En esta entrega, Mati recomienda una historieta sobre gastronomía y arte y Gonzalo hace luto por su One Direction favorito.
Siempre hay lugar para el postre: Rare Flavours, de Ram V y Filipe Andrade
Por Matías Mir
“Showing one other person was enough. To be witnessed was enough.”
Un dato curioso sobre Mati: Desde que tengo memoria, mi sentido del olfato está parcialmente reducido. Tardé muchos años en darme cuenta, pero es una realidad con la que convivo a diario. El aroma de casi todas las flores siempre fue para mí algo teórico. Donde nadie puede pasar sin taparse la nariz, yo camino relajado. Este patético superpoder tiene sus desventajas, como no saber nunca si huelo mal, y la más importante: lo mucho que perjudica esto a mi sentido del gusto. Debo ser la persona menos indicada para hablar de comida, para describirla o recomendarla más allá de lo superficial. Mis platos favoritos me gustan más por las texturas que por los gustos. No sé mucho de sabores, pero sí sé sobre arte, y Rare Flavours, la culinaria historieta de Ram V y Filipe Andrade, trata sobre ambas cosas.
Es imposible hablar sobre esta dupla sin mencionar su anterior obra, la politeísta y trascendental The Many Deaths of Laila Starr, así que no vamos ni a hacer el intento. Laila Starr es uno de los mejores cómics publicados en el 2021, una joya que expone a cuatro colores la vida y la muerte, sustantivos comunes y nombres propios, en meras seis entregas que mandan a Neil Gaiman a buscarla al ángulo. Su fábula sobre una representación hindú de la Muerte que busca evitar su propia irrelevancia frente al descubrimiento de la inmortalidad es un maremoto emocional, una cagada a piñas desde lo narrativo, lo gráfico y lo humano, que deja a la dupla en una posición muy difícil como historietistas que pretenden publicar algo nuevo después de eso. Ya exploraron la vida, así que ahora solo les queda una opción: trascenderla.
Rare Flavours cuenta la historia de Bakasura, un demonio inmortal que alguna vez fue también una presencia mística imponente, culta y, sobre todo, glotona, pero que la historia acabó reduciendo a un mero devorador de hombres. Cuando el chef televisivo Anthony Bourdain fallece, Bakasura (ahora llamado Rubin) decide salir de su escondite para compartir su amor por la comida humana y el conocimiento culinario que solo los siglos pueden asentar. Para eso, contacta a Mo, un estudiante de cine deprimido y sin futuro pero en quien el demonio ve una chispa de artista, un alma afín con el potencial de entender su visión.
A lo largo de los capítulos, Mo y Rubin viajan por toda India buscando sabores exóticos y revelando recetas milenarias, todo mientras son perseguidos por una dupla de excéntricos cazadores de demonios. Como toda buena obra sobre comida, es tanto ficción como recetario, y los lectores son invitados a un tour culinario que abre las puertas no solo a la cocina, sino a toda una cultura, una de las más antiguas y diversas del mundo.
Mientras alucinamos con los trazos sueltos y los colores vibrantes de Filipe Andrade y salivamos frente a los complejos platillos que prepara Rubin, también somos partícipes de una tesis gráfica acerca de las múltiples formas que toman el arte y su consumo. Cada receta es un relato, una puerta a la historia de un pueblo y sus costumbres. Los sabores de una región están íntimamente ligados con las bases de su cultura, y se desarrollan y heredan en paralelo. En su búsqueda de sabores exóticos (hechos por humanos y hechos de humanos), Rubin homenajea al arte en sí mismo, tome la forma que este tome. En sus propias palabras:
“Pensé que tenía un propósito grandioso: compartir, a través de la gente, mi amor por la comida. Pero resulta, como he descubierto, que en realidad era el de compartir, a través de la comida, mi amor por la gente”.
La historia empieza con Rubin en un museo apreciando una pintura basada en su propia leyenda, y a partir de ahí se vuelve todo muy evidente. Cuando la devoramos a consciencia, descubrimos que la obra de Ram V trata sobre artistas. Sus personajes son cocineros, cineastas y místicos, todos oficios que, en su núcleo, cargan con el peso del ritual, del proceso y de lo que ofrecen a quienes los consumen. Y hay toda una crítica a ese consumo, a esa idea de absorber la obra del otro pero también de devorarla, de arrasar con ella y descartarla. V no tiene que mencionar ni una sola vez al internet, a los generadores de imágenes o a las IA para que entendamos su punto trágico acerca del avance de la cultura del descarte, de lo inherente, de la pérdida de lo genuino en favor del culto a lo inmediato. Los mejores platillos del libro se preparan con paciencia, cargan con una huella humana indeleble y dejan más que solo un regusto a su paso. Su producción humana los opone a la masividad y los reduce a una experiencia local. Y quizás eso suene como algo malo, pero un mundo conformado por pequeños placeres locales suena mucho más interesante de recorrer que una blanda, masiva e interconectada nada que no pertenece a ningún pueblo pero se siente irremediablemente cipaya.
Cerca del final del libro, Rubin llega a una realización hermosa: “Esto es suficiente. Compartir mi visión con otra persona y verla ser cambiada por ella. Verla evolucionar”. Cuando todo es accesible, lo único inalcanzable es la experiencia auténtica. Yo nunca voy a poder experimentar los sabores como el resto, así que las demás artes tendrán que bastar. Ram V y Filipe Andrade crean una obra más sutil e íntima que su último éxito, y con suerte lleguen a miles de lectores afortunados, pero desde sus páginas declaran que eso no es lo importante a la hora de hacer arte. Compartir una visión. Llegar a otro. Eso es suficiente. Buen provecho.
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¡Nos leemos!
Que cebamiento me produjo esto, Mati. Me anoté ambas obras, Rare Flavours y The Many Deaths of Laila Starr. Nunca leí al autor, así que bienvenido sea al interminable txt de futuras lecturas. Como me gusta este substack, muachines.