Bienvenidos a una nueva entrega de Oficio al Medio, un newsletter sobre historietas. Cada quince días, Gonzalo Ruiz y Matías Mir analizan algún cómic o alguna temática relacionada al mundo de las historietas, buscando repensar sus lecturas y conectar con otros fanáticos. En esta entrega, Matías explora las páginas de una antología acerca del futuro de la humanidad.
Beta Testing the Apocalypse
Por Matías Mir
“And the world is like an apple, whirlin' silently in space…”
Si sos como yo, seguramente tu último mes estuvo dominado por series y películas como Common Side Effects, Mickey 17 o la genial Severance, y tu espacio mental actual lo ocupan las opresivas formas que puede tomar el capitalismo cuando es dejado a sus anchas más exageradas, o las emotivas rebeliones personales de los oprimidos y sus efectos en la sociedad. Con esa sensación abrumadora de que la dirección que traza nuestro mundo a la deriva es clarísima pero no por eso menos inevitable, me dieron ganas de revisar una antología de historieta que disecciona los rastros violentos de la humanidad sobre el planeta y las ficciones que escribe para justificar su avance. Tom Kaczynski diseccionó la arquitectura del mundo, y con cada una de sus historias experimenta su final, su apocalipsis controlado.
Oriundo de Polonia, Kaczynski se mudó a EE. UU. en su juventud y experimentó la bisagra entre vidas bajo el comunismo y capitalismo a muy corta edad. Su interés por la historieta resulta inevitable, porque le permite fusionar su pasión por el arte y su talento para el ensayo. Estos tratados gráficos le ganaron un lugar frecuente en la antología Mome de Fantagraphics a partir de 2007, y mientras desarrollaba proyectos de más largo alcance, como su serie Trans Terra, fue plantando semillas por acá y por allá que germinarían en este proyecto que se llamó Beta Testing the Apocalypse.
En la primera historia, publicada en la Mome #7, un hombre se queda atorado en el tráfico de camino a su trabajo y la experiencia lo hace empezar a ver su situación como un síntoma de una enfermedad más grande: el de la humanidad occidental entera atrapada en sus ataúdes de metal apurándose por llegar a ningún lado. Acá se revela el tono fundamental de Kaczynski: que no le pone a esto un peso ni positivo ni negativo. Su personaje, como todos sus personajes, tiene de pronto una revelación, ve tras el velo de la rutina y la autocomplacencia y, simplemente, no puede volver atrás. Desorientado, atraviesa el laberinto de asfalto infinito porque no tiene más opción que seguir haciéndolo.
Muchos de los personajes de estas historias son simples empleados, tipos comunes que no tienen poder de acción sobre la forma en la que el mundo empieza a deformarse a su alrededor, y en la mayoría de los casos, lo que los abruma y los aplasta es la ciudad misma. Siempre la ciudad. Siempre los edificios, su siniestra geometría, el avance sobre los barrios, la falsa seguridad de los suburbios que se derrumba al más mínimo viento.
En una de sus historias más desgarradoramente cercanas, un complejo de departamentos de lujo comienza a construirse en un vecindario tranquilo y poco a poco va ganando la guerra psicológica contra todos los habitantes. Su ruido afecta al sueño, su sombra mata las cosechas, su altura se roba el cielo, su existencia misma aplasta las ganas de vivir. Al final, cuando uno de los personajes termina siendo internado en un psiquiátrico, mira por la ventana alta y se encuentra con un horizonte desolador: decenas de grúas se alzan entre los edificios de la ciudad, anónimas e implacables, ya están levantando más torres parasitarias para que las habiten los fantasmas de la gentrificación. Un bombardeo sería menos cruel.
Si el crecimiento aplastante de las ciudades es uno de los pilares de Beta Testing the Apocalypse, otro es la relación de los humanos con el ruido de su propio ambiente. En una serie de historias, Kaczynski explora los orígenes del sonido, desde el Big Bang, pasando por la relación de los neandertales con la música y llegando hasta el concepto moderno del ruido blanco. Para el autor, hay algo ahí, una melodía cósmica que siempre suena y con la que los humanos no siempre se llevan bien. ¿Puede existir realmente el silencio? ¿Qué implicaría a nivel cósmico? Kaczynski explora formas de reconciliarnos con la sinfonía a nuestro alrededor, pero sus personajes son poseídos por el ruido, incapaces de escapar de él.
Otro concepto sobre el que se sostienen estas historias, quizás el más importante, sea la conexión de nuestras sociedades con el pasado y, sobre todo, con el futuro. A veces, todas las respuestas ya fueron escritas hace milenios, y en otras ocasiones, parece que el porvenir está por pasarnos por encima. “Devolver el salvajismo a la mente humana”, dice uno de sus personajes. “Superar esta creatividad domesticada. No más iPods, iPhones, iHumanos… tenemos que reinventar el fuego”. En “Million Year Boom”, una start-up quiere revolucionar al mercado expandiendo la lógica capitalista a cada fragmento de la naturaleza. En “Cozy Apocalypse”, parece que el mundo se está por terminar pero entonces todo vuelve a la normalidad y el protagonista no puede lidiar con ello. En “Skyway Sleepless”, el narrador empieza diciendo: “¿Por qué vivo en los rascacielos? Dejame responderte con otra pregunta: ¿Alguna vez quisiste vivir en el futuro?”.
En todas, el futuro se debate entre dos posibilidades: o una utopía construida sobre sacrificios que nadie está dispuesto a hacer, o un apocalipsis que nos va a agarrar mirándolo desde el celular. “Un espectro acecha a estas historias”, dice Christopher Brown en su introducción a la última edición de la antología, “el sueño de una utopía y el entendimiento de su imposibilidad”. En uno de sus relatos más crípticos, “10.000 Years”, un hombre sueña que despierta de un coma de diez mil años solo para descubrir que las cosas siguen bastante parecidas al presente. Una diferencia cómicamente crucial es que todo es tan ridículamente mercantilista que la versión del marxismo que sobrevive termina reivindicando el consumismo como una forma de rebelión. “Consumidores del sistema solar, ¡guarden sus tickets!”.
La antología se publicó originalmente en 2012. A la hora de editar una versión corregida y expandida, diez años después, Kaczynski miró a su alrededor y no dudó mucho en rebautizarla Beta Testing the Ongoing Apocalypse. Entre las historias nuevas, incluyó una inédita sobre un millonario que de a poco toma control de un país, se apropia del Internet y se obsesiona con la carrera espacial, puntualmente en la posible expedición a Marte. Sin muchas sutilezas, esta historia sobre supuesta expansión humana revela la contradicción más grande del capitalismo: su necesidad constante de crecimiento infinito en un mundo de recursos limitados. A esta altura del partido, los capitalistas se vuelven inevitablemente tecnócratas obsesionados con la conquista espacial, se les cae la baba ante la idea de plantar bandera en nuevos territorios sin explotar y, mejor aún, sin regulaciones laborales. No debería sorprendernos, ¿no es acaso lo que hicieron a lo largo de toda la historia?
Al final, una nave espacial se eleva hacia el cielo y abandona la Tierra. Si eso nos va a llevar a la utopía o al apocalipsis, nadie puede saberlo. Las historias de Tom Kaczynski son apenas vistazos, experimentos contenidos en páginas de historieta. Los resultados, por desgracia, nos toca experimentarlos a los lectores.
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¡Nos leemos!
Este reseña me interesó y me angustió por partes iguales.
Por lo pronto voy a tratar de tener en mis manos estas historietas del autor, gracias por la recomendación!