Bienvenidos a una nueva entrega de Oficio al Medio, un newsletter sobre historietas. Cada semana, Gonzalo Ruiz y Matías Mir analizan algún cómic o alguna temática relacionada al mundo de las historietas, buscando repensar sus lecturas y conectar con otros fanáticos. En este nuevo contacto, Matías recomienda tres historietas autobiográficas y Gonza otras tres biográficas. Así, casi sin quererlo, sale otro especial pseudotemático.
Tres historietas biográficas
Por Gonzalo Ruiz
Cuando Mati me comentó su idea inicial para esta entrega, me sugirió dos posiblidades: hacer algo distinto o bien acoplarme a él desde un lado biográfico. La realidad (y esto lo comenté en el último podcast de 9 Paneles) es que la biografía como “género” me gusta muchísimo, a la par del documental (que casi-casi son lo mismo, pero no; de todos modos este no es lugar para iniciar una discusión sobre esa distinción). Así que doy comienzo a este especial referencial (y autoreferencial después) con mis tres centavos, que, vale la aclaración, en los tres casos hacen algo de trampa en relación al tópico. En fin, vamos a ello:
Detras del ruido: La infancia de William Burroughs de Pedro Mancini
Esta es la más tramposa de todas. Sí, William S. Burroughs es una persona real, existió y fue clave para la vanguardia literaria más moderna (y a efectos de nombrar gente relacionado con lo que hablamos acá, es el ídolo de Moore y Morrison), además de ser una figura rupturista de cierta importancia entre el movimiento beatnik, aunque él jamás se sintió parte del mismo, el acercamiento está solo por su amistad con Kerouac y sus amoríos con Allen Ginsberg. Se sabe muchísimo de su interesantísima historia que podría dar pie a un montón de historietas… pero casi nada se sabe de la infancia del nieto del inventor de la calculadora impresora.
Es así que, con algunos datos sueltos y verídicos, Pedro Mancini arma una supuesta biografía de la infancia de Burroughs, donde la versión adulta, más reconocible también, oficia como una suerte de narrador de su pasado por momentos. Con poquísimos elementos, Pedro arma una obra totalmente poderosa, donde logra un personaje tan empático (algo que el propio Burroughs jamás fue, misántropo por excelencia) como misterioso, donde cada resolución de los capítulos funcionan como una pista para entender por qué el autor fue lo que fue durante su atormentada adultez.
Tramposa porque, quizás, muchas de las cosas que se cuentan no ocurrieron realmente así, pero, como bien dije antes, son tantas las fantásticas historias y los misterios perversos que envuelven la figura de Burroughs que, con eso en mente, Pedro se la jugó para armar una biografía que, de tan ficcional, pega la vuelta y se convierte real. O al menos, presenta a un personaje verdaderamente verosímil.
Beatnik Buenos Aires de Diego Arandojo y Facundo Percio
La historia de este libro es muy interesante: cuando Diego Arandojo filmó el documental Opium, dedicado a retratar a los tardíos beatniks que tuvimos en la década de los 60, mucho del anecdotario le quedó afuera del corte final. Pero lejos de perderse en el olvido (o al menos, en las tomas descartadas que solamente conservaría el director), se convirtieron en historieta de la mano de Diego y Facundo Percio.
A diferencia de Detrás del Ruido (cabe aclarar: este libro y el anterior fueron editados por Hotel de las Ideas, por tanto son de fácil acceso), esta novela gráfica carece de algún tipo de hilo conductor por más que algunos personajes se crucen y aparezcan más adelante (o más atrás) y se queda en justamente eso, anécdotas. Ahora bien, ¿esto es algo malo? ¡Para nada! Trece anécdotas, trece capítulos cortos que son viñetas de una Buenos Aires convulsionada, que salía de dictaduras para entrar en otras y donde el único lugar donde un montón de jóvenes inquietos podían encontrar algo de paz era adentro de un café para discutir con sus pares.
Hay momentos emotivos donde somos testigos de la locura de la mente creativa contemporánea al Di Tella, donde apellidos aristocráticos como el de Peralta Ramos se mezcla con los Don Nadies (para la sociedad conservadora de la época) que fundaron la revista Opium. También observamos el grado de locura que adornaba (o tornaba peligrosa) a los ahora homenajeados. Todo esto con un elevadísimo arte de Facundo Percio con un logrado blanco y negro que retrata a la perfección el aura místico-existencialista que emanaban estas figuras.
Lo mejor que tiene el libro es que si uno se siente perdido al leerlo, sobre el final hay un anexo donde el contexto se expande aún más. De todos modos, es recomendable ir directamente a la fuente, que es el documental de Arandojo. (O también, por qué no, al libro Argentina Beat editado por Caja Negra, en caso de que el cebamiento sea infinito).
Q de Santiago Musetti
Q es el debut formal de Santiago Musetti, joven artista integral urugayo. La novela gráfica se centra en el viaje que el escritor charrúa Horacio Quiroga realiza junto a su colega porteño Leopoldo Lugones a la selva misionera, con intención de descubrir ruinas de las misiones jesuitas. La intención de Lugones era tratar de despejar la mente de Quiroga, quién llegó al país huyendo de su tierra natal tras asesinar accidentalmente a un amigo y cumplir su condena carcelaria.
Musetti se apropia de este momento puntual de la vida de su compatriota y le inyecta las mismas dosis fantasiosas que el autor fallecido les ponía a sus narraciones. Los momentos en solitario de Quiroga alteran la realidad para convertirse en pesadillas casi tangibles, donde intenta sacar de su cuerpo la carga que lleva encima por el crimen cometido. Aquel que conozca mínimamente la biografía del escritor sabe que en su vida cargó con muchísimas muertes y abandonos, y todas ellas están compactadas en un momento donde la historia pasa a tener secuencias dignas de una película (o bien, historieta) de horror.
Para contar una situación que habrá ocurrido en, a lo sumo, una semana, la historieta cuenta con una agilidad apurada por algunas secuencias mudas que aplican elipsis para los momentos en que la troupé se mete cada vez al fondo de la selva misionera, logrando que el relato no decaiga. A su vez, el dibujo que acompaña es de un impactante blanco y negro que utiliza los claroscuros para generar climas acordes al temor que se enfrenta Quiroga cada vez que comienza su delirio. Expresionista, de líneas adustas y simples, pero que cada tanto mete algún doble splash para desplegar con maravilla el clima selvático. Lo que separa a Q de otras obras biográficas es el uso de la fantasía para amplificar un momento quizá poco interesante de la vida del homenajeado, y así poder contar una aventura sensorial.
Bonus track: Como casi sin darme cuenta metí todas biografías literarias, adjunto otras dos, dedicadas a dos grandes figuras del jazz: Billie Holiday de Carlos Sampayo y José Muñoz (si se permite un tercer bonus track fuera de programa, también por la misma dupla está Carlos Gardel) y Coltrane de Paolo Parisi. Ideales bombas nucleares para comiqueros y melómanos hardcore.
Tres historietas autobiográficas
Por Matías Mir
Seguimos la tripleta de reseñas. En línea con la temática de la entrega de esta semana, salen tres recomendaciones de historieta de género autobiográfico que haya leído recientemente. Al igual que la entrega pasada, todas de continentes distintos y con sus propias formas de acercarse al concepto.
El golpe de la cucaracha de Gato Fernández
Conocí las historietas de Gato por su participación en ¿Quién mató a Rexton? y después por una historia corta muy buena que salió en la tercera encarnación de la Fierro, y me acuerdo que entonces pensé “qué ganas de leer una novela gráfica entera de ella”. Ojalá hubiera sido en circunstancias más alegres que en un relato autobiográfico acerca de sus sufridos abusos intrafamiliares, pero qué bueno que haya tenido la oportunidad de contar su historia y el espacio editorial para hacerlo.
Esta obra ganó el premio del Fondo Nacional de las Artes en 2020. En ella, al igual que en otro de los libros en esta lista, Gato usa la historieta para dar testimonio de varias situaciones jodidas que vivió, en este caso en su infancia. El personaje de Lucía transita estas experiencias en un registro de realismo mágico, y nosotros las leemos a través del filtro a veces deforme y a veces surreal de la infancia, entre sueños, fantasías e incómodas escenas violentamente reales. Acá es donde brilla el arte de Gato, poniendo énfasis en la expresividad de los personajes y en armar escenarios y situaciones intensas.
No les voy a mentir, es una lectura bastante jodida. Desde el principio uno ya sabe en qué se mete, y pasar las páginas se siente más como una inevitabilidad que como una experiencia voluntaria. La alternativa a leer es dejar de leer, pero esta es la clase de historieta que no podés dejar a la mitad, la tenés que seguir leyendo hasta el final o sabés que te vas a quedar con la angustia.
La verdad es que debe ser mi libro nacional favorito de lo que va del año. Una lectura pesada, muy bien desarrollada y bastante necesaria. Según parece, es el primer libro de una serie, que se espera con ansias.
The Loneliness of the Long Distant Cartoonist de Adrian Tomine
Después de un evento poco agradable en el hospital, Tomine tuvo una epifanía respecto a cómo le había dedicado casi toda su vida a las historietas y en lo patético que resultaba todo eso. A partir de esa experiencia, se mandó a dibujar un recuento de anécdotas entre patéticas y tristes en las que los cómics fueron parte. Ya había publicado otro autobiográfico antes (Scenes from an Impending Marriage), pero acá plantea no solo una puesta en página más ligera y mucho más dinámica, sino también un tema mil veces más morboso: los trapos sucios de la escena independiente del cómic en EE. UU. Censurando varios nombres, va contando distintos eventos entre 1995 y 2018 en los que participa gente como Frank Miller y Richard Sala, en escenarios como Angoulême, la ComicCon de San Diego y firmas en distintas comiquerías, además de ir mechando con su vida personal como esposo y padre.
Hay algo en el trazo simple y lo fugaz del relato que hace que el libro se lea en dos patadas. Quizás lo que retrasa más la lectura es que cada “capítulo” llega a un punto en el que tenés que parar y sentir el dolor o la vergüenza ajena que produce cada anécdota. Al tipo le pasan cosas realmente horribles de experimentar y es muy honesto en lo inepto que es para salir bien parado de situaciones sociales incómodas. Quizás mi favorita es cuando va a una firma de libros en una comiquería en Japón y una fan muy emocionada lo confunde con Daniel Clowes y le pide que le firme un Ghost World.
Y también, obvio, es interesantísima su perspectiva del mundo de los cómics cuando no trabajas para ninguna editorial que produzca revistas de superhéroes. Que la editorial te blanquee que en una feria no se acerca nadie al stand o que hagas una firma y no venga nadie son situaciones muy mundanas pero muy pesadas de leer en una seguidilla de fracasos. Quizás puede ser un poco denso leer un libro donde el autor cuenta todas las veces que quedó como un pelotudo, y tal vez termina dando la sensación de que posta no pega una, pero es solo un recuento interesante de situaciones puntuales.
Me encantaría que existiera algo así pero de historieta local, que (censurando nombres y cambiando aspectos) algunx historietistx local con años en el medio dibuje un libro contando anécdotas que haya vivido o le hayan contado de otros colegas, editorxs, librerxs y lectorxs. Lo más parecido que existe actualmente (que yo conozca) es el fanzine Chimentos del mundo de la historieta de Juan Sáenz Valiente, pero con soñar en un libro entero sobre el tema no se pierde nada. Yo la tiro.
My Lesbian Experience with Loneliness (y otros libros) de Nagata Kabi
Ya lo había mencionado en la entrega pasada cuando hablaba de historietas con buenas metáforas visuales. Acá, la mangaka Nagata Kabi basa toda su obra en expresar con dibujos emociones muy complejas, con muchos matices. My Lesbian Experience… trata básicamente de cómo la autora vio estancada su vida después de terminar el secundario y abandonar su carrera universitaria, quedándose a vivir en el denso ambiente que era la casa de sus padres. También, como dice el título, se trata de cómo va descubriendo su sexualidad y lo difícil que es eso cuando se es una persona muy antisocial con (luego diagnosticadas enfermedades como) TDAH y depresión.
El primer libro es bastante bueno en sí mismo. Muy bien narrado, muy cerrado, te deja pensando bastante después de haberlo terminado por lo complejo pero real que se siente la caracterización del yo narrativo de la autora. La verdad, es un libro que me encantaría regalarle a mucha gente de mi generación que siento que puede estar pasando por algunos de los problemas que experimenta la protagonista. Sin embargo, y acá es donde se pone incluso más interesante, Kabi siguió sacando más libros (primero en forma de webcomic, que luego eran retocados para ser impresos) de su serie autobiográfica, en los cuales no solo podemos seguir viendo cómo fue avanzando su vida con los años sino también, y esto quizás sea lo más morboso, cómo afecta a su vida personal haber publicado un libro en el que expone aspectos íntimos de su vida y la de su familia. ¿Podés mostrarle a tu mamá que publicaste un libro en el que contás cómo usaste la plata que te prestó para contratar a una escort? ¿Cómo se lo toman los lectores japoneses en Twitter? Los dos volúmenes de My Solo Exchange Diary exploran esta clase de situaciones, además de otras muy interesantes respecto a la independencia del hogar familiar, sus experiencias intentando abrirse socialmente, cómo funciona la publicación de mangas independientes (fuera de las revistas antológicas tradicionales) y situaciones muy jodidas de leer como lo que es una internación psiquiátrica.
Su último libro publicado en Occidente (My Alcoholic Escape from Reality) se enfoca en la internación de la autora a partir de lo que luego fue diagnosticado como una pancreatitis muy jodida, y detalla las idas y vueltas médicas al respecto, su intento de dibujar manga en el hospital, la guerra simbólica entre dibujar ficción y dibujar autobiografía y los problemas de seguir sumando enfermedades y medicaciones a una vida ya de por sí bastante complicada.
En este lado del mundo solo se publicaron estos primeros cuatro libros, pero ya existe un quinto en Japón (Nagata Kabi, Wandering Warrior) y está publicando actualmente los capítulos que conformarán el sexto (Nagata Kabi, Wandering Warrior: Gourmet GO!). Una serie muy personal que la está rompiendo en EE.UU. y Japón por lo identificable que resulta para las juventudes introvertidas de todo el mundo.
PD: Otras historietas autobiográficas que recomiendo y quedaron afuera: Guerra de soda de Jazmín Varela, El Cómics de Juan Sáenz Valiente, Poncho Fue de Sole Otero, McKosher de Brian Janchez y Notas al pie de Nacha Vollenweider.
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