Bienvenidos a una nueva entrega de Oficio al Medio, un newsletter sobre historietas. Cada quince días (excepto cuando no), Gonzalo Ruiz y Matías Mir analizan algún cómic o alguna temática relacionada al mundo de las historietas, buscando repensar sus lecturas y conectar con otros fanáticos. En este contacto, Gonzalo recomienda una antología de una artista desaparecida.
Un amor de chicas muertas: las Good Girls de Carol Lay
Por Gonzalo Ruiz
“No sé por qué encuentro el trabajo de Carol Lay tan maravilloso y fascinante, pero hay algo que realmente me estremece. Puede que sea la peculiar sensibilidad de las historias, o el hecho de que su estilo recuerda tanto a los cómics románticos tradicionales en algunos aspectos, que su rareza parece aún más atractiva en este contexto. Hay algo que encuentro muy encantador”.
Semejante elogio lo expresó Alan Moore en una entrevista para la revista de información Amazing Heroes, y está dedicado a una antología hecha por la mencionada Carol. No es el único fan prestigioso: en el último número de esa antología, Good Girls, se incluye una carta de Scott McCloud, y tanto Peter Bagge como Jaime Hernandez también hablaron públicamente de forma positiva sobre esta revista que consta de seis números publicados por Fantagraphics primero y Rip Off Press después.
Pero antes de toparme con la crítica del Mago, unos varios meses atrás tuve una epifanía mientras releía un número suelto de El Víbora. Entre tanta magia vanguardista había un cómic rarísimo por demás. El dibujo de entrada emanaba una esencia vintage embriagadora, con la onda de una historieta de los años 50… aunque en el primer plano de la página había una chica con la cara absolutamente deformada. El shock fue tremendo, la desfachatez de esas pocas páginas me obligaron a googlear rapidamente quién era esta chica. Y una vez más quedó demostrada la superioridad de las revistas de antología, porque funcionan como una caja de Pandora: uno nunca sabe qué puede salir de ahí, capaz tu próximo artista favorito.
Lay, californiana nacida en 1952, estudiante de artes fanática de las series televisivas de ciencia ficción, Zap Comix y Frank Zappa, tuvo su primer paso en la industria comiquera como rotuladora para Hanna-Barbera, DC y Marvel y como dibujante de storyboards para videoclips y publicidades, mientras que aprendía por su cuenta a entintar y colorear. En 1990 pegó el gran salto al trabajar para el diario LA Weekly, donde estuvo por años. Pero ese no fue su debut como historietista. De la mano de Fantagraphics, en 1987 se publica el primer número de Good Girls.
Este debut ya presentaba a las dos chicas que veríamos protagonizar la serie: Ms. Lonelyhearts e Irene Van de Kamp. La primera es una periodista de un medio alternativo cuya tarea es responder cartas “del corazón” que terminaban por generar aventuras completamente bizarras. La segunda es una chica que queda huérfana en África, para terminar bajo el ala de una tribu que la sumerge en sus ritos al punto de deformarle la cara. Cuando regresa a Estados Unidos, se entera que heredó una fortuna billonaria.
Se nota que Lay no pegó ningún tipo de onda con el personaje de Ms. Lonelyhearts, porque solo tiene dos historias “largas” que ocupan la mitad de los números uno y dos. En el tercer número no aparece, en el cuarto presenta una historia corta bastante desconexa… y luego desaparece por completo. Tampoco es que las historias que protagonizaba fueran interesantes: en la primera se topa con un pseudosuperhéroe que busca pareja. El segundo número es ella recordando a su exnovio que se fugó con otra mujer en pleno viaje de trabajo.
Por otro lado, a Irene Van de Kamp le puso toda la onda. Un culebrón que comienza como una parodia del origen de Tarzán, para después acaparar toda la pompa adolescente desesperada de la historietas románticas de los años 50 y 60, con una chica de 18 años totalmente naif que tiene un “problema” que la aleja de su hombre, un abogado ciego llamado Kurt. Ese problema es, claro, su deformidad que no encaja con la visión occidental más pacata. De ahí, el delirio escala número a número.
El manejo de la ironía de Carol en toda esta historia (en todas, para ser honesto) es maravilloso. Porque cuando Kurt se entera que Irene es billonaria, se olvida de sus prejuicios para volver a reconquistarla. Acá es donde las cosas empiezan a irse a la mierda. Irene es secuestrada por una persona misteriosa, el señor Setruse, que la conduce a una isla llena de mujeres deformes, dignas de un freak-show circense. Setruse, a todo esto, tiene dos cabezas, cada una con su propia personalidad. En el medio, se complica la trama de Kurt y su intento por reconquistar a Irene, mientras se termina de involucrar su hermano, otro abogado en este caso maligno que busca sacarle toda la guita a Irene.
Pero al margen de esto, hay una historia corta publicada en el cuarto número, una maravilla aplaudida por varios artistas y que tiene un origen bajón. En The Visitation, la protagonista es Carol Lay misma, completamente trabada por la falta de inspiración. Hasta que aparece la musa Calíope, que en forma de payaso le destruye toda la casa, bajo la excusa que las historias no salen de la comodidad y/o el aplomo, sino todo lo contrario. El origen real de esto, es que durante el lapso entre el tercer y el cuarto número (la publicación era bianual), Carol Lay sufrió un incendio donde perdió el material que originalmente iba a ser parte de esta cuarta publicación, que también la complementa Grunge 361, dos páginas absolutamente surrealistas y hechas con un registro completamente distinto al de las otras historias.
Voy a hablar un rato sobre estos registros. Las historias troncales manejan un estilo completamente inspirado en los cómics románticos ya mencionados. Líneas estilizadas deudoras de la fineza que manejaban John Romita o Jack Kirby, pero las ideas de diseño están lo suficientemente lejos como para acusarla de plagio. Carol supo señalar como influencias a los cómics de Uncle Scrooge de Western Publishing (donde también fue rotuladora) y la revista de DC Heartthrobs, de donde también “sacó” esas ideas completamente inocentes para los guiones de Irene. The Visitation, por su lado, está dibujado de una forma más suelta, con una ligereza propia de una tira diaria o un dibujo animado. Si quedaste cebado, Last Gasp publicó Goodnight, Irene con las historias de Van de Kamp, que no solo incluye sus participaciones en los seis números de Good Girls, sino también historias inéditas.
Así como los cómics románticos creados por Simon y Kirby sirven como un testimonio de una época donde ese tipo de historias amasaban fortunas, Good Girls funciona como un sentido homenaje paródico completamente fresco (o al menos lo era a finales de los 80) a este tipo de historias livianas. Además de demostrar que también funcionan como base para delirar un rato con esa forma tan primitiva de historieta, de la misma forma que Charles Burns hiciera en A Marriage in Hell. Y si bien Carol Lay, hoy por hoy, no está activa de forma presente en el campo de la historieta alternativa, no está mal rescatarla un rato del olvido, porque con esto y el resto de su obra demuestra que es una genia que seguramente estaba para más.
Y eso es todo por hoy. Si te interesa recibir cada quince días el newsletter, podés suscribirte con el botón de abajo. Además, todas las entregas anteriores pueden leerse en el archivo.
Y si querés hacer un comentario en la versión subida a Substack, podés hacerlo con siguiente botón:
Como si esto fuera poco, ya está a la venta el libro recopilatorio con lo mejor de nuestro primer año en la web. Editó Rabdomantes Ediciones y se consigue a través de la editorial o en comiquerías especializadas.
¿Querés aportarnos un Cafecito? Podes hacerlo acá:
Y también podés seguirnos en nuestras redes sociales:
¡Nos leemos!
No conocía la obra de Carol, pero ya me dejó intrigado para sumarlo a mi lista de lecturas.