Bienvenidos a una nueva entrega de Oficio al Medio, un newsletter sobre historietas. Cada quince días, Gonzalo Ruiz y Matías Mir analizan algún cómic o alguna temática relacionada al mundo de las historietas, buscando repensar sus lecturas y conectar con otros fanáticos. En este contacto, Matias analiza el éxito detrás de Giant Days, la sitcom universitaria de John Allison.
Así cualquiera hace un hitazo: Giant Days y el universo compartido de John Allison.
Por Matías Mir
En 2015, Boom! publicó el primer issue de Giant Days, una miniserie de (planeadas) seis entregas escrita por John Allison y con arte de Lissa Treiman. Esta simpática historia sobre tres chicas que se vuelven amigas al empezar la facultad en el pueblo británico de Sheffield caló inmediatamente entre los lectores y logró convertirse en una serie regular a los pocos meses. Después del issue #6, Treiman se despidió de la serie y le pasó las labores del arte a Max Sarin, quien continuó casi ininterrumpidamente hasta el final, en el #54 publicado en 2015 (sin contar el one-shot de epílogo lanzado poco después). La pregunta acá es, claro, ¿por qué? ¿Por qué fue tan exitoso este proyecto slice-of-life de vida universitaria como para mantenerse en los anaqueles entre cientos de títulos más típicos y establecidos? ¿Por qué ameritó tantos especiales y tantas reediciones? ¿Por qué formó un fandom tan sólido y duradero? Y si era tan grosso, ¿por qué terminó? Hay mucho para descifrar detrás del fenómeno Giant Days, y casi todo parte desde su corazón: Esther, Daisy y Susan.
En vez de contar esto en orden cronológico, vamos a hacer algo más divertido y explorarlo desde el centro hacia afuera, que se parece más a mi propia experiencia con las historietas de John Allison. Para entender por qué tanta gente siguió yendo mes a mes a buscar su dosis de Giant Days prácticamente desde el día cero, no hay que ir más lejos que a sus personajes. Las chicas de Giant Days forman el clásico trío protagonista de sitcom lo suficientemente equilibrado como para bancarse cualquier dinámica. Susan es una cínica. Daisy es inocente. Esther es impulsiva. Lo que evita que se vuelvan estereotipos reemplazables es el alma que les insufla Allison, poniéndoles brillo en los ojos y actitudes divertidas de leer tanto cuando chocan como cuando marchan juntas. No hay que ir más lejos que la primera página del primer capítulo para ya entender por completo la forma en que se relacionan las chicas, con una familiaridad permeable que te introduce por completo en su mundo. Estás ahí, siendo parte de esa conversación, poniéndote al día con sus mambos, y veinte páginas después solo podés preguntarte dónde está el resto.
También ayudó mucho Lissa Treiman, que con su experiencia en animación le dio a Giant Days una identidad visual increíblemente fluida, caricaturesca y dramática. Nadie está rígido en este cómic, y las expresiones llamativas sin duda son lo que hace que te enganches leyendo incluso si abrís el cómic en una página al azar. Y aunque su estadía en la serie fue relativamente corta, se ganó en los ojos de los lectores tanto el crédito por (al menos la mitad de) su éxito como el haber establecido la lógica de humor visual que mantendría incluso luego de pasar la antorcha: Giant Days es una historieta de humor gráfico. Un buen capítulo tiene que ser entretenido incluso si no lees un solo globo de diálogo. Para fortuna de los lectores, esa regla siempre se cumple.
Pero la combinación ganadora no se completa sin mencionar lo que para mí termina siendo el aspecto más definitorio de todos: Giant Days es una historieta adictiva de leer. Allison escribe esto con un ritmo preciso pensado para mantener al lector siempre enganchado. Como un metrónomo, casi podés ver venir los chistes, podés sentir el ida y vuelta constante de setting y remate. Podés ver los dominós cayendo. Y percibirlo no lo hace menos valioso. Allison lo hace parecer fácil, pero alcanza el casi imposible logro de hacer una historieta que es constantemente graciosa, si no es página a página, viñeta a viñeta. Podría argumentar incluso que lo que la mueve es el humor en sí mismo, y la idea de movilizar 54 issues de tramas casi enteramente a través de diálogos graciosos suena imposible, pero así es Giant Days: una historieta que logra lo imposible.
Ni siquiera me detengo mucho a hablar de la historia per se porque es casi lo menos interesante. En cada capítulo, como si fueran episodios de una sitcom televisiva, una trama A y una trama B atraviesan a las chicas mientras cursan tres años de universidad. Las historias se enfocan muy poco en el estudio real y más en la domesticidad de convivir lejos de casa junto con un grupo nuevo de personas, y los personajes están tan bien definidos que hacen interesante de leer cualquier gilada que hagan, desde enfermarse a salir de joda, o verlos enfrentarse a cuestiones más difíciles como lidiar con sus familias disfuncionales, buscar una casa para alquilar o salir del clóset. Sumale una constelación de personajes secundarios (como el recto bigotudo de McGraw o el MVP Ed Gemmels) y el cómic prácticamente se escribe solo. De nuevo: está tan bien armado que parece fácil, pero nadie todavía se atrevió a replicarlo.
Mi encuentro con Susan, Esther y Daisy fue durante mi propia etapa universitaria, aunque tan fundamentalmente diferente a la experiencia británica que sería ridículo compararlas. Fui leyendo retroactivamente sus desventuras de a puchos durante esos años, y en la pandemia aproveché el botón de pausa en el mundo para fumármela toda de un tirón una vez más, experiencia en la cual empecé a notar algunos detalles extraños. Por ejemplo: ciertos personajes sorprendentemente definidos que parecían aprovecharse poquísimo, casi como si fueran estrellas invitadas. Algunas bizarreadas, como que esta historia ancladísima en la realidad (una realidad exagerada para el humor, pero siempre "realista") en un par de ocasiones tiene giros hacia lo sobrenatural sin explicación alguna. Y lo más inquietante y obvio: Giant Days arranca empezado.
Cada lector que se asoma a leer el primer issue de Allison, Treiman y equipo se enfrenta en las primeras páginas con que las chicas ya son amigas. Ya se conocen. Ya tuvieron algunos eventos juntas que tienen la amabilidad de recordar rápido antes de seguir con la historia. En su momento, esto siempre me pareció una forma curiosa de empezar una serie, sobre todo una que iba a durar “apenas” seis entregas, ahorrando cada página posible para pasar a lo divertido de que interactúen tres personajes que ya se conocen.
Pero lo que en realidad resulta es que existe un Giant Days previo al de Boom!, una especie de prueba piloto. Pensadas para venderse en convenciones y por internet, John Allison había producido, escrito y dibujado tres entregas de este proto-GD, que cuenta cómo llegaron las tres protagonistas a la universidad, cómo se amistaron y cómo ayudaron a Esther con una serie de dramas románticos y místicos. Unas aventuras tempranas que funcionan como borrador y que demostraron el potencial del concepto para una publicación profesional. No todo lo que hay en esos capítulos se traslada a la serie principal (por ejemplo, en la última de esas aventuras aparece una cuarta chica, Erin Winters, que luego es relegada a un cameo antes de desaparecer), pero sí lo hace el concepto general y la continuidad.
Imaginate mi sorpresa entonces cuando me enteré, con varios años de retraso, que John Allison viene produciendo un universo compartido de historietas desde 1998 en el cual todo Giant Days es apenas una mísera parte. Si estás metido en la movida de los webcómics en inglés de las últimas décadas, nada de esto es novedad. Allison empezó allá en el atardecer del siglo pasado con Bobbins, una serie de enredos cómicos y románticos de oficina con un amplio reparto pero donde resaltó sobre todo un personaje, Shelley Winters, escritora intensa atrapada en los engranajes de la burocracia y hermana de Erin (!). Eventualmente, empezó un segundo proyecto: Scary Go Round (2002), otro webcómic hecho enteramente por computadora sobre un grupo de personajes que atraviesan su juventud entre romances, drama y misterios sobrenaturales. Esa mezcolanza medio extraña de humor británico, dramas de personaje, policial y fantasía acabaría siendo el sello de las historietas de Allison, con todos sus grandes intereses peleando por el protagonismo.
En Scary Go Round rápidamente aparecen varios personajes de la historia anterior. Las dos series eran publicadas en sitios separados y estaban producidas con técnicas digitales distintas (se veían distintas), pero la necesidad de seguir con el espectáculo hizo que Allison se agarrara de viejos patrones y reconectara con sus personajes conocidos, empezando inadvertidamente un universo autoral conectado que rápidamente se saldría de control. Es importante resaltar que, más o menos por la segunda mitad de este título, Allison dejó de armar el cómic con herramientas digitales y se puso a dibujarlo a mano, lo cual empezaría su carrera como dibujante tradicional y le abriría muchas puertas creativas más adelante.
En 2009 arranca su tercera serie digital regular, Bad Machinery, que presenta a un nuevo grupo de personajes (tres chicos y tres chicas de una secundaria privada que resuelven misterios sobrenaturales) pero de nuevo acompañados de algunos clásicos. Con todas estas historias ubicadas en el mismo espacio, la ciudad de Tackleford, ya se empieza a hablar de un Tackleverse, o de un Bobbinsverse, o de un Allisonverse, que solo se complica cuando en 2013 empieza a publicar nuevas tiras de Bobbins ("New Bobbins"), que ocurren durante la tira original pero profundizan o directamente corrigen varias cosas.
Decir que el universo historietístico de John Allison es complicado es quedarse corto. Es probable que la mejor forma de experimentarlo haya sido simplemente leerlo mientras salía, persiguiendo al autor de una plataforma a otra, siguiéndole la pista en distintas redes y esperando cada día una nueva tira de este enorme mosaico de historias mientras se le iban ocurriendo. La alternativa (volver hacia atrás e intentar darle un sentido único) es una tarea digna de Sísifo. Primero porque todo el principio (el primer Bobbins) es esencialmente lost media que ni al autor le interesa realmente recuperar. Después porque los proyectos historietísticos de John Allison siguen desperdigados por internet en un montón de sitios web no interconectados, algunos gratuitos y otros pagos. Encima sus series web son la punta del iceberg: hay decenas de pequeños proyectos, algunos de unas pocas tiras, dando vueltas entre medio, historias con los mismos personajes en distintos puntos de sus vidas sin título que complementan la experiencia. Y tampoco existe ninguna guía real de lectura; con suerte hay recopilatorios de las series principales (digitales de Scary Go Round y New Bobbins, físicos de Bad Machinery, de la mano de Oni Press).
Todo esto para decir que Giant Days no nació de un repollo. Durante más de quince años, Allison se estuvo curtiendo en el mundo de los webcómics produciendo tiras diarias, estirando sus músculos creativos, tropezándose y levantándose para hacer historias que resonaran entre los lectores y poder vivir de la historieta. La tira es un medio poderoso para entrenar el humor y aprender a encontrar qué hace que funcione, y después de años de historias slice-of-life juveniles, eventualmente una hizo "click" y dio el salto a la publicación profesional.
Otros factores que hicieron a la génesis del éxito fueron la presencia de otros actores en la producción. Por un lado estuvieron los dibujantes, coloristas y rotuladores que profesionalizaron el concepto. Allison había mejorado muchísimo como dibujante en los años anteriores, e incluso había empezado a encontrarle su propia vuelta a los recursos de la historieta, pero tendría que seguir ejercitando en sus proyectos paralelos para estar a la altura de la publicación profesional regular. Y por el otro lado estuvieron los editores, héroes silenciosos de esta historia, que claramente algo habrán tenido que ver en que Giant Days se alejara del realismo mágico y lo absurdo y se concentrara más en ser la mejor versión posible de sí mismo entrega a entrega. Si uno lee el piloto y pasa directo al primer capítulo de la serie regular, se nota al instante una mejora en la calidad de los diálogos, una maduración en la forma de narrar, un humor mucho más sólido y un alejamiento del extraño concepto a-la-Scott Pilgrim que estaba manejándose en esa primera versión.
Lo cual no quiere decir que Allison no incidiera más de una vez en tratar de reconectar este título con su universo más grande. Ya de por sí, Esther es un personaje nacido en Scary Go Round cuyas aventuras los lectores veteranos ya se conocían de memoria y acá simplemente continuaban. Erin Winters es un personaje regular del Tackleverso que hace una aparición en el piloto (donde consigue el auto que tendrá en Bad Machinery, por ejemplo). Su hermana, Shelley, tiene sus cameos en el Holiday Special del 2017 y toma un rol más central cerca del final de la serie (cuando Esther la ayuda a dejar su trabajo burocrático y volverse la escritora que será en muchos spin-offs). Quizás la aparición más bizarra de todas es la de Desmond Fishman, un hombre-pez regular de Scary Go Round y otros títulos menores que aparece sin contexto en el Holiday Special 2016 y pasa la navidad con la familia de Esther.
Giant Days narró los tres años de universidad que prometió y empezó a encarar a cerrar todas sus tramas abiertas de cara a la graduación. Las chicas maduran y evolucionan como personajes a lo largo de toda la serie, y llegan a su emotiva e inevitable separación para el capítulo #54. Allison no solo tiene experiencia en hacer estas historietas, sino también en saber cuándo cerrarlas y pasar a otra cosa cuando va ganando. Nada de eso evitó que publicara un epílogo, el especial As Time Goes By, con el esperado reencuentro y una última aventura de Esther, Susan y Daisy, que curiosamente recupera el elemento fantástico que durante toda la publicación siempre había quedado afuera. Ya sin nada que perder, Allison reconecta a las Giant Girls con el resto del universo del que estuvieron aisladas todo este tiempo usando espíritus malignos, fantasmas y maldiciones como fondo para una historia fundamentalmente humana sobre amistad y honestidad.1
Entonces... ¿Hay vida después de Giant Days? Allison nunca dejó de trabajar, laburando varios proyectos en paralelo (desde su serie de misterio sobrenatural Steeple hasta el crossover apócrifo de Giant Days con Batman), pero principalmente siguiendo con su universo ahora más que nunca protagonizado por Charlote Groote. Lottie es un personaje de Bad Machinery que rápidamente enamoró a los lectores y empezó a cobrar importancia cuando se conectó a la trama de Shelley Winters (la otra gran constante). Allison volvió a colaborar con Max Sarin para Boom! en una miniserie de misterio de Lottie titulada Wicked Things (que la editorial promocionó esperanzadora como "un spin-off de Giant Days", aunque nuestras chicas jamás aparezcan ahí), siguió haciendo historias del personaje como autor integral y hasta empezó un AU extrañísimo de Conan el bárbaro con versiones cimmerianas de sus personajes. Además, de nuevo con Max Sarin, hizo The Great British Bump Off, un spin-off de un spin-off de un spin-off protagonizado por Shauna (de Bad Machinery) en el que tiene que resolver un asesinato de cuarto cerrado... en un reality de pastelería. Claramente lo que acá nunca falta son ideas.
Al final, hacer un clásico moderno tanto rentable como aclamado por los lectores, honestamente gracioso, adictivo, que abarque varios tomos pero que no se traicione nunca y cierre exactamente cuando debería… resulta una cosa muy sencilla. Solo tenés que dibujar tiras diarias durante décadas, cultivar un sentido innato para el ritmo de la historieta, explorar un universo interno de personajes hasta dar con los que mejor funcionan juntos y después solo hacer el mejor trabajo posible durante cuatro años junto a algunas de las dibujantes más talentosas del medio. Parece fácil, sí, pero es una labor gigantesca.
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Es una pena que Giant Days definitivamente nunca haya sido publicada en Argentina.