Bienvenidos, después de un parate vacacional agitado por la presencia (y presentación) de un nuevo libro, a una nueva entrega de Oficio al Medio, un newsletter sobre historietas. Cada quince días, Gonzalo Ruiz y Matías Mir analizan algún cómic o alguna temática relacionada al mundo de las historietas, buscando repensar sus lecturas y conectar con otros fanáticos. En este contacto, la dupla repite la cábala del año pasado: contar qué cómics estuvieron leyendo durante estos dos meses ociosos.
Mansión Masticante de Jorge Quién
Por Gonzalo Ruiz
Puede ser exagerado decir esto con el año recién empezado (porque sí, los años empiezan en marzo; enero y febrero son un lost weekend caluroso), pero esto perfila como una de sus mejores lecturas. ¿Por qué afirmo esto de forma temeraria? Porque difícilmente encuentre un ejercicio formal tan retorcido como este de Jorge Quién. Historietas sobre sueños hay miles, poquísimas tan originales como Mansión Masticante, donde el tópico de la identidad no solo se posa sobre quién sueña, sino sobre la idea del cómic en sí misma, un ejercicio, repito, que empieza desde el formato y la idea de reproducir originales realizados sobre hojas cuadriculadas, margen incluido. Muy muy pocos realmente pueden meterse de forma jugada con el mundo de los sueños y hacer algo que se entienda y disfrute.
Pug Davis de Rebecca Sugar
Por Matías Mir
En el universo de al lado, Rebecca Sugar se dedicó durante las últimas décadas exclusivamente a la historieta, y disfrutan allá de un corpus alucinante. No vivimos en ese universo, por desgracia, pero nos llega un minúsculo vistazo a esa realidad en la forma de Pug Davis, un fanzine de apenas dos entregas que hizo Rebecca en la universidad y que abandonó al poco tiempo, solo para ser reeditado y a color en 2019 por Albatross, la editorial de Eric Powell (The Goon). En Pug Davis, el lector sigue a un aventurero espacial con cabeza de perro y a su sidekick humano recorriendo la galaxia teniendo aventuras, pero donde Rebecca hace el foco es en los momentos ociosos, cuando paran a buscar un repuesto o cuando se pelean. Es la antiaventura, y logra infundirlo de drama, de comedia, de momentos absurdos e intimistas en muy pocas páginas, dibujado con el frenesí de alguien que tiene mucho para contar y no tiene tiempo para perder. Uno termina el libro frustrado porque no haya más capítulos, viendo los bocetos de historias que nunca se hicieron, y puteando porque le tocó vivir en la realidad en la que Rebecca hace música, animación e ilustración pero no una novela gráfica por año. Nos queda contentarnos con estas pocas páginas.1
Xo’On: Historias sobre el fin del mundo de Omar Hirsig
Por Gonzalo Ruiz
Hirsig se pone en modo Mignola para contarnos sobre la mitología fueguina. Estas historias cortas de terror, publicadas originalmente en GComics, son una forma muy divertida de conocer cosas de nuestro folklore que quizás no tenemos a mano por no ser de la zona. Conviven los selk’nam, la lucha entre el sol y la luna, criaturas místicas… La mano narrativa hace que las historias duren entre 2 o 6 páginas pero con toda la información concreta para que no queden dudas. Aún así, el final del libro (bastante escueto; lo bueno, si breve, dos veces bueno) hay un glosario ilustrado con todas las criaturas presentadas. A Hirsig lo descubrí en La Gran 7 con historias biográficas de otra índole, y de golpe descubrir este costado donde glorifica el Sur argentino (tengo pendiente Guanaco blanco, que me consta que está bastante bien) es la muestra de un gran salto evolutivo de parte del artista.
Desde hoy: El Eternauta de Un Faulduo
Por Matías Mir
Como todos los proyectos de Un Faulduo, considerarlo “historieta” es estirar bastante la definición, pero uno entra a leer estos experimentos gráficos con ojos cargados de viñetas, así que tan alejado no está. Desde hoy: El Eternauta es una de esas ideas que suenan tan interesantes en la teoría que creerías que se desinflarían en la ejecución, y sin embargo el producto final es no menos que brillante: si el Eternauta de Breccia salió publicado en la revista Gente durante una breve serie de entregas en 1969 hasta su bochornosa cancelación y apresurado final, ¿cómo se vería si, en vez de desaparecer sin escándalo, dominara la revista entera? Los muchaches de Un Faulduo agarran un facsímil de la Gente #201, en la que arranca la publicación de esta polémica remake de la icónica historieta de HGO y Solano López, y hacen que la serie entera se filtre en toda la revista, desde los artículos y los titulares hasta las publicidades. Cada línea de texto de Oesterheld aparece de un modo u otro en la publicación, reordenada, remixeada, contrastada con la realidad paqueta y oficialista de una revista cuyo posicionamiento político la ponía en las antípodas del mensaje antiimperialista y combativo de su guionista. Hay algunos hallzagos impresionantes en la experimentación, principalmente en las publicidades cuyos eslóganes son las frases más dramáticas y fulminantes de HGO, o en el artículo central sobre Rosas que reemplaza toda referencia al prócer con Juan Salvo y su contexto. Divertido, bien diseñado y muy original, es un complemento absurdo y de culto para la versión apócrifa de la historieta más discutida de la Argentina.
El Puente de JHC
Por Gonzalo Ruiz
La mala noticia es que seguimos sin leer la segunda parte de Distancia, esa gran historieta que apareció de la nada (como las mejores cosas) con promesas de mucho. La buena noticia es que tenemos una historieta de Jonatan Catalano (guionista) en formato de artista integral. El Puente tiene una premisa tan sencilla como conmovedora: un adulto está a punto de suicidarse, arrojándose de un puente, hasta que aparece Estefanía, el fantasma de una quinceañera que se tiró desde ese mismo puente. A partir de ahí, son varias páginas con idas y vueltas, pasos de comedia y momentos trágicos que, a su modo, disertan sobre la muerte y la dura decisión de terminar abruptamente con la vida, sin importar los motivos. Ver a Catalano en un registro distinto (pasar de una obra sci-fi a un drama con tintes sobrenaturales que aborda temas serios como el suicidio) es una buena señal, porque muestra la versatilidad de un artista novel que no elije encasillarse en un solo género, más allá de que el arte emule el estilo japonés, como pasa en Distancia. Como explayarme un poco más es recurrir al spoiler, los invito a que la lean online acá.
Soy su silencio de Jordi Lafebre
Por Matías Mir
Si tiene a Jordi Lafebre en la tapa, ya tenés la garantía de que lo que vas a encontrarte adentro va a verse espectacular aunque sea un manual de oncología. Por suerte, Soy su silencio es bastante más interesante. La protagonista de este misterio es una psicóloga tan extrovertida y carismática que se vuelve detective sin que uno se dé cuenta, encaprichada en resolver un caso de asesinato donde no la llaman a pura fuerza de romper las bolas (y un par de leyes). Eva es un remolino narrativo, pero como siempre, Lafebre hace de sus obras un teatro de interacción de personajes interesantísimo (basta con leer cualquiera de sus obras, como la simpática Los buenos veranos con guiones de Zidrou o la revolucionaria Malgré tout, de la que ya hablé alguna vez). El dato de yapa es que la obra entera es a la vez una oda a la ciudad de Barcelona, donde me compré el libro a principios del verano (invierno allá). Ah, y que ya confirmó Lafebre que está trabajando en una secuela.
Saint-Elme (Integral 1) de Serge Lehman y Frederik Peeters
Por Gonzalo Ruiz
Que problemáticas pueden ser las expectativas. Hace rato que tenía ganas de leer Saint-Elme, basicamente porque la crítica insistía en que se trataba de una historia con muchos puntos en comunes con Twin Peaks. A mi juego me llamaron. Grata fue la noticia de la edición local en formato “integral” que recopila los dos primeros álbumes franceses. Pasaban las páginas y crecía mi desencanto con el cómic, hasta que cerré el tomo y caí en la cuenta: no tiene absolutamente nada que ver con la serie de Lynch (un beso al cielo) y Frost. De hecho, en el bingo lyncheano, no llenás ningún espacio: no hay sobrenaturalidad, misterio, ni siquiera un agente de la ley bonachón y esotérico. Pero si le saco de encima esa etiqueta/estigma, me encuentro con un policial sardónico que ocurre en un poblado chico francés dominado por una familia de magnates con mucha guita y problemas internos que está en medio de unos turbios negociados que involucran mutaciones genéticas… o eso nos dan a entender estas dos historietas (faltan tres a salir en un segundo tomo en algún momento de este 2025)2 que presentan, a diferencia de la mítica serie de televisión, a muchos personajes, todos con un alto nivel de grises de personalidad que los hacen interesantes. Si hay que hacerle una comparación multimedia, esto se parece más a los hermanos Cohen. La lección que saco de esta lectura (que aunque me haya gustado a medias —en parte porque no sé cómo termina todo—, no quiere decir que no la recomiende ni apoye enfáticamente a las editoriales que se la juegan por este tipo de títulos) es que hay que agarrar los libros con la vara baja, por más que la recomendación venga de Dios. Eso sí, una demencia el dibujo y coloreado de Peeters, psicodélico y expresivo al palo.
¡Achís! de Naoki Urasawa
Por Matías Mir
Mientras andaba por el Manga Barcelona a fines del año pasado, coincidí un par de veces en situaciones con nada menos que con Naoki Urasawa, y hasta alcancé a verlo en uno de sus shows icónicos donde flashea Bob Dylan y canta el icónico tema de 20th Century Boys. Toda esa experiencia me hizo acordarme, “ah, cierto, Urasawa es lo más”, y fui sin pensar a comprarme el primer tomo unitario que me cruzara del maestro. Ese libro fue ¡Achís!, una antología de esas tantas que tiene, ya rascando el fondo de la olla de qué queda inédito para vender con su firma. En esta hay varios one-shots divertidos, como uno sobre pica entre mafiosos con un pibe con poderes mentales en el medio, o una de un periodista al que un linyera le predijo el futuro, o una medio ridícula sobre kaijus, pero claramente el núcleo del libro lo conforman las historias que tratan sobre músicos. Hay al menos dos diarios ilustrados del troesma acerca de los concertos a los que fue, la gente a la que conoció gracias a la melomanía, anécdotas varias sobre los Beatles… y la frutilla del postre, una historia sobre Garo, la banda de folk de su fallecido amigo Kenji Endo, una genialidad.
El Rey de las moscas (1. Hallorave) de Mezzo y Michel Pirus
Por Gonzalo Ruiz
Esto es parte de una trilogía publicada por la editorial francesa Albin Michel, de la cual solamente leí la primera parte, la única que sacó La Cúpula varios años atrás. No sé cuál será el motivo por el que nunca más continuaron con la publicación (en Estados Unidos salieron solo dos tomos por Fantagraphics), porque es una maravilla un tanto oculta. Lo que parece una antología de historias cortas protagonizada por personajes sin rumbo es en realidad una cosmogonía bien enlazada de personajes sin rumbo. Los primeros tres relatos presentan tres personajes (un chico fan del éxtasis, un padre de familia con un lado B oscuro y una chica que sale con un viejo) muy distintos entre sí, unidos por un halo de absoluto nihilismo. Sin embargo, comparten un mismo universo, donde se cruzan entre sí de forma sorpresiva. Las historias tienen algo que me hizo acordar a Adrian Tomine, esta cosa de observar viñetas de la vida cotidiana, historias que ya tienen inicio y a las que no les vamos a conocer el final. La diferencia es que en Optic Nerve teníamos la neurosis divertida y la melancolía; acá solo hay dolor y pesimismo, una sensación de no poder salvarnos nunca de la apatía asfixiante, inspirada en la novela El señor de las moscas de Golding. El mecanismo narrativo de Mezzo (ayudado por Pirus en los guiones) es una delicia comparada con su estilo artístico, muy deudor del de Charles Burns.
Moebius: Obra hermética
Por Matías Mir
Este realmente me acompañó todo el verano, porque es la clase de ladrillo que requiere unas cuantas sesiones. En 2024, Reservoir sacó finalmente en español el monumental L'oeuvre hermétique que incluye “todas” las historias sueltas de Jean Giraud durante su época en Pilote, L’Écho des Savanes y Métal Hurlant, además de un par de extras temáticamente aledaños. Acá, claro, hay de todo: humor, ciencia ficción, surrealismo, historias crudas, otras más bien jocosas. Hay más de cien páginas de ese proyecto improvisado llamado “El garage hermético” que no tiene ni pies ni cabeza pero que le dio, entrega a entrega, al ídolo francés la oportunidad de jugársela cada vez con una idea distinta. Hay álbumes enteros, como “El cachondo chiflado” (una boludez que nace por una joda con Mandryka y quedó), o ese proto-Incal llamado “The Long Tomorrow”. ¡Incluso tenés “Arzach”! Si este libro vale por una sola cosa, es por esas páginas de un explorador subido al pterodelfo en las que el autor la corta un rato con sus textos kilométricos y deja que el trazo transporte al lector a mundos imposibles. En fin, la Obra hermética es una caja de sorpresas. No todo está al mismo nivel, claro, y hay muchísima experimentación, pero justamente eso hace interesante a la experiencia: leer en unas pocas cientos de páginas la evolución de décadas de un autor que revolucionó su medio (y, además, ya no tener que andar buscando estas historias esquivas repartidas en infinitas revistas antológicas y tomos descatalogados).
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¡Nos leemos!
De yapa, una historieta corta genial cuyo origen desconozco llamada “Don’t cry for me, I’m dead”, sobre dos hermanos que solo charlan usando frases de los Simpsons.
Esto se aplica, por supuesto, a Argentina. La serie ya terminó.
Hola, me suscribí para decir que esa historia corta de los hermanos que hablan en frases de Los Simpson me hizo llorar como loco jaja