Bienvenidos a una nueva entrega de Oficio al Medio, un newsletter sobre historietas. Cada semana, Gonzalo Ruiz y Matías Mir analizan algún cómic o alguna temática relacionada al mundo de las historietas, buscando repensar sus lecturas y conectar con otros fanáticos. En este nuevo contacto, Gonza se despacha con el tema de los formatos y Matías reincide recomendando a Tillie Walden.
¡ATENCIÓN! Después de esta entrega, Oficio al Medio se toma un merecido receso y regresa el sábado 21 de agosto a la misma batihora por el mismo baticanal. Pueden aprovechar este tiempo para ponerse al día con entregas nuevas, recomendarnos entre sus conocidxs o leer historietas, algo mucho más productivo. De paso, un mangazo ¿Se acuerdan de esta encuesta? ¿Se copan en responderla (si no lo hicieron ya)? Gracias por tanto.
Do you listen to girl in red?
Por Matías Mir
Yo a Tillie Walden le leo hasta la lista del supermercado, así que eventualmente iba a caer en este último trabajo. Do you listen to girl in red? es un webcómic con textos de Lucy Bourton publicado por WePresent, una rama de promoción artística de WeTransfer, (la plataforma de transferencia de archivos). El webcómic es, en sí mismo, parte de la campaña promocional del álbum debut de la cantante noruega girl in red, pero el producto final termina teniendo tanta calidad que funciona incluso si el lector no tiene el más mínimo interés en qué le están vendiendo.
Girl in red (Marie Ulven) es una cantante queer de Estados Unidos que cosechó mucha popularidad en redes, sobre todo Youtube y TIktok, y aparentemente hasta popularizó el término “do you listen to girl in red?” (“¿escuchás a girl in red?”) como código para saber si una chica es lesbiana. Es bastante interesante, pero no voy a ser yo quien se ponga a explicarlo, y acá estamos para hablar de historietas.
En este webcómic, Tillie dibuja una biografía atmosférica, sin muchas fechas ni personajes más allá de la propia Marie. La idea es ir contando su vida y cómo llegó a estar donde está conectando con las letras de sus canciones. Es interesantísimo de leer, y más porque, repito, todo esto está planteado desde una perspectiva promocional, lo cual me hace pensar más acerca del poder de la historieta no solo como entretenimiento sino para movilizar (como por ejemplo, ahora me moviliza a escuchar girl in red mientras escribo esto. Altos temas).
Toda la vida hubo historietas con propósitos políticos, panfletarios, movilizantes o simplemente publicitarios. Desde El Eternauta 2 hasta los chistes del chicle Bazooka, y desde los cómics de Marvel de Harley Davidson o M&M’s hasta el apócrifo Comboman (ese es buenísimo). Quizás hoy en día se ven menos porque la historieta en papel alcanza menos público y cuesta más de producir que, digamos, una publicidad en Instagram. Con los webcómics, al menos uno de esos dos problemas puede resolverse, y además habilita a nuevas formas de plantear el consumo de historietas.
Do you listen to girl in red?, además, es un ejemplo hermoso de las mejores cualidades que puede tener el webcomic cuando la historieta se desvincula del papel (dicho por alguien adicto al papel, eh). Los cinco capítulos de esta historieta son pergaminos ilustrados en los que la narrativa se construye con la idea del scroll y no con la de pasar de página. Cambia la unidad en la que se trabaja sin convertirse solo en una sucesión de viñetas pegadas una debajo de la otra (como ocurre en los ejemplos más vagos de webtoon, por ejemplo). Gonza habla un poco sobre este mismo asunto más abajo en esta misma entrega.
Tillie ya había hecho otro webcómic, que ya recomendé en una entrega pasada, y ese sí estaba planteado como páginas, pero porque estaba cantadísimo que iba a salir en papel. Aun así, la autora se adapta para cada proyecto (lo próximo que va a sacar es un spin-off de un spin-off de The Walking Dead) y acá mete unos colores hermosos, unas composiciones muy creativas y una respuesta gráfica bien lograda a lo que cuentan las palabras de Lucy Bourton. Toda la historia que cuenta, encima, juega muy bien con los temas de los que tratan las obras de esta joven ganadora del Eisner, como las biografías, el escapismo y lo queer. Recomiendo, si pueden, leerla en la compu para apreciar el arte bien grande. Y, por supuesto, con girl in red sonando de fondo.
Como iniciativa, funciona de maravilla, porque promociona a la cantante, a Tillie Walden y a la historieta como medio válido para transmitir ideas, historias y proyectos. Más no le podemos pedir. Ah, sí, podemos pedirle que sea gratis, y lo es.
Más masturbaciones públicas sobre el coleccionismo: ¿Y si vuelven las revistas? ¿Y si nos pasamos a lo digital? ¿Qué está bien y que está mal?
Por Gonzalo Ruiz
Sí, el título puede sonar fuerte, pero acá somos todos adultos (?) y no creo que encuentre una forma más certera para demostrar lo que quiero hablar hoy: amo el papel, trato a veces de optimizar mi vida y mi espacio pasando mi acervo personal al digital, pero me cuesta. Sigo atrapado entre hojas, ganchos, pegamento o hilo. Y los que me conocen en la vida real saben que mi formato favorito por sobre todas las cosas es el de la revista. ¿Por qué? Porque es lo más práctico del mundo. Entra en casi cualquier tipo de bolso, mochila o morral, es liviano e ideal para leer en cualquier lugar que se te ocurra. Seguro, se puede hacer lo mismo con un trade paperback que incluso tiene dos ventajas más que la revista (mayor cantidad de páginas y ausencia total de publicidad entre las historias), pero aun así no lo puedo evitar, me quedo con la revista1.
Un objeto por demás, anacrónico, lo reconozco. Se habla mucho en el país de mayor producción de historieta de superhéroes sobre cuál es el valor que tiene hoy la revista en el negocio. Aun así, hace unos años, DC Comics volvió a la vieja tradición setentista del 100-Page Giant, básicamente reimprimir a mansalva un montón de material viejo mezclado con historias nuevas. Ahora, con un papel e impresión mejor que antaño, se venden estos “trade paperbacks para pobres” (Andrés Accorsi sic) que incluyen material nuevo y fuera de continuidad canónica y, por supuesto, reimpresión de cosas nuevas, ideal para conocer dichas cosas nuevas.
Y un poco de esto último quiero hablar, pero no centrándome en el mercado extranjero sino en lo que está pasando acá y ahora.
Desde hace un tiempo ya que las editoriales “grandes” (una discusión eterna para otro día, pero por ahora dejémoslo ahí) de historieta nacional solo publican libros que incluyen una historia nueva o que haya sido serializada y perdida en la antepenúltima etapa de Fierro o en la actual y nada más. Hoy la historieta existe, principalmente, en libros autoconclusivos o que, en su menor medida, son parte de una saga grande (¿qué otro ejemplo hay más allá de Dora? Se me ocurre otro, pero será mencionado más adelante, tengan paciencia.) que concluirá en algún momento. ¿Qué fue, entonces, de la historieta serializada en Argentina? Bueno, sigue la Fierro como ejemplo paradigmático no solo de la antología, sino también de la modernidad, siendo actualmente una simple plataforma digital que ofrece lo mismo que antes, pero encapsulado en un HTML.
¿Hay algo más útil que conocer algo nuevo que leer en digital y gratis? No, pero hay algo mejor: leer en digital y pagando por ello, ya que el dinero sirve para bancar a los artistas y editoriales en esta patriada que es publicar historietas. Y la pandemia parece que nos mostró, un poco tarde y a las apuradas, que esta variante es más que útil. Seguro, no falta la pregunta desubicada de “¿y cuándo sale en papel?” o un comentario similar como “espero a leerlo en papel” que hace que estas publicaciones queden relegadas a pocas ventas y por ende, terminen siendo desalentadas. ¿Hay que educar al lector para que entienda que comprarse una tablet es en definitiva más económico que comprar libro tras libro tras libro? Y… al menos, decirles que es una buena idea no me parece mala. Sobre todo si empuja a que editoriales cuyo catálogo es enteramente físico se pasen a la “modernidad”. Desde acá, celebro mucho la iniciativa de Barro/Clan de Fomento con sus Guisos de, una trinchera que revaloriza a la publicación antológica y que además funciona como un muestrario de qué tienen para ofrecernos artistas nóveles o surgidos en el último lustro.
Me quedó a mitad de camino la primera pregunta del título, pero bueno, al igual que cuando hablé de coleccionismo, este texto está pensado y escrito de manera anárquica, donde algunas cosas tienen que ver con otras pero no necesariamente están atadas por la espalda. Lo que puede servir como pegamento fue algo que me dijo un artista que está pronto a publicar una… ¡revista! Sí, 32 páginas a puras viñetas engrampadas a cargo de Maten al Mensajero que repite la experiencia de El año en que conocí a Naritzutis de Cami Torre Notari. Lo que me dijo fue que este tipo de publicaciones sirven para darse a conocer a un público nuevo de manera económica, en contraposición a un libro cuyo costo es mayor al de esta futura publicación. Ahora, esto no es algo nuevo. Los cordobeses de Deriva publicaron el año pasado la fantástica 2020 del ídolo Nicolas Brondo, una historieta cuyo único problema es ser tan corta, dejándote con ganas de más de este universo de kaijus con tintes de Akira. O también Galgo, la antología de terror de Athos Pastore, dos ejemplos de publicaciones económicas de no más de 30 o 40 páginas de historietas.
Y los Deriva también, podemos decir, están serializando Gunvara del triunvirato Pastore/Ontivero/Vasallo, otra gloria de la fantasía heroica de la cual hoy tienen solo dos números (y ojalá existan más. Por amor a Dios, saquen más). Algo que también hace Libera La Bestia y que podríamos decir que es lo más parecido a una editorial independiente norteamericana hija de Vertigo o Image, publicando historietas de superhéroes que escapan a la norma mainstream. Está por un lado la ambiciosa saga de Manta cuyo objetivo de llegar a los nueve prestiges está a mitad de camino, o también El Último Recurso. Si bien las publicaciones de esta última editorial tienen un poco más de “lujo” en su edición, hace pensar si es posible una variante en el mercado, donde se puedan publicar historias que se serializan una o dos veces al año y que cuenten una historia como lo hacen los yanquis. No son necesariamente una revista como si tiene Deriva, pero son casi como una contraposición un poco más “cheta” de esta misma idea.
Este último párrafo parece, nuevamente, no tener mucho que ver con el resto del texto, pero viene a cuento de esto ¿Al final la revista tiene lugar o no en este extraño mercado/industria nacional? Digo esto dejando de lado a las viudas de Columba, Récord o la primera Fierro que no parecen concebir la historia de otra manera que no sea una revista de considerable tamaño con muchas historietas feteadas, sino pensando ahora en revistas más autorales. Algo que de hecho no prendió mucho acá fue la antología de autor que proliferó violentamente en la Estados Unidos de los ochenta/noventa. ¿Será entonces que, en estos momentos de incertidumbre económica, sea una opción viable que se implemente esta variante editorial, la del autor mostrando obsesiones en una revista propia? ¿Podría marcar la cancha esta idea de Maten de publicar revistas unitarias de autor, una “Colección Torre Notari” en este formato, digamos? Pienso en esa rara avis que fue la Doppelganger de Vigo y San Juan publicada por La Pinta, probablemente una de mis antologías favoritas de todos los tiempos, cuatro revistas cargadas de historietas. Desconozco cómo le fue en su momento, pero fue algo que existió únicamente ahí y nunca más, algo que carece de un lujo más allá de una tapa cartoné y una buena impresión suena a algo que bien podría realizarse más seguido, sea en esa editorial con esos autores o en otro lugar y con otros nombres. Hoy capaz haya algo de esta “resistencia” en el fanzine, y de hecho vuelvo a Barro, otra rara avis al ser una editorial de fanzines, que son casi antecesores a esta idea de la revista unitaria que mencionaba antes, ahora profesionalizando la idea de la autopublicación.
Pero en definitiva, no parece que la revista como idea vaya a morir. Quizás acá solo funciona de otra manera muy distinta a, digamos, una Batman número 15345. Y ojalá que, así como se valora la edición física, haya algo de amor a la digitalidad, que sirva como plataforma que pueda competir de la misma forma que lo hace una revista o libro.
Me parece que como siempre, me fui para cualquier lado, pero bueno, las ideas están ahí. Algún día me saldrá ser lineal, por ahora quiéranme como soy (?).
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Y desde acá lanzo mi campaña absoluta en contra del término “grapa”. ¡Que palabra de mierda! ¿Por qué un solo elemento tiene que definir todo, o al TPB le dicen “pegamento”? ¡Vuelvan a decir “revistas”, no sean domados por los españoles!