Bienvenidos a una nueva entrega de Oficio al Medio, un newsletter sobre historietas. Cada semana, Gonzalo Ruiz y Matías Mir analizan algún cómic o alguna temática relacionada al mundo de las historietas, buscando repensar sus lecturas y conectar con otros fanáticos. En este nuevo contacto, Gonza inicia una serie de notas (desordenadas) sobre la creación máxima de los Bros. Hernández y Matías recomienda una historieta fantástica.
Mecánicas y lucha libre revolucionaria: el loco mundo de Locas (O Love and Rockets, parte uno de no sé cuántas puedan llegar a ser)
Por Gonzalo Ruiz
Después de mucho tiempo (y de haber vendido una pila importante de cómics que se tradujo en dinero que cambié por los tres tomazos de Locas de La Cúpula), empecé a leer Love and Rockets por donde se debe: desde el principio. Sí, cualquiera que haya escuchado el nombre de rebote y se haya enterado de cómo está compuesta esta saga puede pensar que es complicadísima de leer. Nada más lejos de la realidad. Sí es cierto que primero hay que entender que esta revista antológica de autor condensa dos mundos separados: el de Beto por un lado y el de Jaime por el otro. Mi relación con la serie empezó de manera completamente aleatoria, leyendo algunas de las “novelas gráficas” que se publicaron durante el tercer volumen de la serie, el New Stories, y también los spin-off de Beto donde Fritz es actriz de películas. Pero finalmente accedí a los primeros libros que recopilan las historias que hacen la saga Locas (o Hoppers 13), llevada a cabo por el maestro Jaime Hernández dentro de los primeros 50 números.1 Por ende, y a medida que vaya leyendo (y consiguiendo los que faltan, ya dentro de los últimos tres volúmenes), usaré mi espacio en este humilde correo de lectores para dejar mis impresiones.
Ahora, vamos a la pregunta más importante, la que siempre se hace la gente cuando le llega la recomendación de esta serie/saga/antología: ¿de qué trata Locas? Hay una respuesta global, sí, pero que se contradice por completo al momento en que uno lee este primer tomo. Porque sí, Locas es una historia de slice of life ambientada en un ficticio pueblo chicano de California en la época en que la escena punk lo dominaba todo, y donde nuestras “heroínas” principales son Maggie y Hopey. Ahora… nada de esto se ve en el primer tomo2. Ok, están Maggie, Hoppey, Izzy, Penny Century (tal vez el mejor personaje)… pero el ambiente está completamente tomado por las aventuras de Maggie siendo mecánica de naves voladoras. Está el romance, están los conflictos adolescentes con las idas y vueltas entre las protagonistas, pero puede más el clima sci-fi que está lejos de ser la marca registrada de la serie.
Tiene sentido, sabiendo que entre las múltiples influencias que tenían los Bros. Hernández (la Silver Age superheroica y los cómics de Archie) también les había pegado la avanzada de la historieta europea dada a conocer por la Heavy Metal, la versión gringa de la francesa Métal Hurlant, donde se mostraba una nueva forma de hacer historieta para adultos, con una fuerte mirada sobre la ciencia ficción, el espacio, las maquinarias robóticas, y mucho de eso termina volcado más que nada en el primer número de Love and Rockets, que casi no presenta a ningún personaje que después estaría en cualquiera de las dos sagas autorales. Incluso las dos tapas (la del fanzine original y la que terminaron usando para la versión de Fantagraphics) no tienen nada que pueda lograr identificarse con lo que hoy entendemos de la serie.
Entonces ¿qué tiene para ofrecernos el primer tomo de Locas? Básicamente vemos cómo Maggie trata de convertirse en una mecánica de renombre, profesión que la lleva de viaje por el mundo a lugares tan disimiles como una antigua tribu donde habitan dinosaurios y una isla latina subyugada de manera dictatorial, donde la lideresa de la revolución es Rena Titañón, una luchadora de catch femenino, un delirio que sólo puede ser posible porque Jaime es excesivamente fan de estos tópicos. Y a fuerza de diversión, los mete de manera orgánica, aprovechando la libertad que le deja divertirse con estos temas dentro de su propia revista. Por supuesto, después se irá desembarazando de todo esto para lograr así una historia más íntima y real, pero en la previa tenemos una historieta realizada por alguien que se encargó de leer una cantidad monstruosa de cómics y también de las más variadas.
Se nota fuerte el amor que existe entre el medio y los autores (Jaime y Beto contaron muchas veces que quien les inculcó el amor al cómic fue su mamá, otrora fan de la Golden Age a quien no le permitían tener historietas en su casa durante su juventud), y se refleja en quien yo creo es el mejor personaje que tiene esta saga: Penny Century. Una bombshell (o minón, como más les guste) que tiene un único objetivo en la vida: ser superheroína. Y de golpe ese capricho se ve reflejado no solo en su personalidad, alguien que siempre va al frente ante los problemas, sino también que sirve como excusa para meter ese género dentro de la cosmogonía Locas.
Por error, Maggie libera de de su prisión a un supervillano, lo que propicia el necesario regreso de un superhéroe que se encontraba en su total ostracismo. Sí, casi que podemos decir que Jaime se adelantó a The Dark Knight Returns por algunos meses, no porque la historia fuera crepuscular, más bien es todo lo contrario, sino porque habla de cómo funcionan los “regresos superheroicos”, lo que significa la ausencia de un símbolo al cual respetar… todo eso también para generar un momento donde Maggie se convierte en una sidekick3 y, por supuesto, para que el artista se dé el gusto de hacer una aventura con héroes, piñas y capas.
Lo más divertido del primer tomo de Locas es ver cómo crece una historia. En realidad, esta comparativa solo será válida cuando termine de leer el segundo tomo, pero aun así, sabiendo de qué trata la historia global, se puede afirmar lo dicho anteriormente. Es decir, cómo pasamos de una historieta de género a algo más bajado a tierra, completamente humano e intimista. Decía, entonces: ¿cómo crece una historia? A base de prueba y error, entre la comodidad y lo disruptivo, lo que funciona y lo que no. La lectura, en comparación con otras cosas posteriores de Love and Rockets, es mucho más densa y menos ágil, con una gran cantidad de texto que explica que ocurre, pero que sin embargo no es obstaculizante. Somos testigos en tiempo real de cómo funciona una mente creativa formada a base de un montón de influencias (la breve historia de terror “How to kill a”, completamente descolgada de la historia troncal, es alucinante) y cómo va madurando también el autor junto a sus creaciones.
Un primer volumen no solo introductorio, sino que también funciona más para presentarnos a Jaime Hernández que a sus personajes más recordados. Seguramente, en futuros tomos (y en futuras entregas), vamos a ver mejor qué pasa por la mente de Maggie y Hopey.
Qué lindo te morís, Laila Starr
Por Matías Mir
Si te digo que existe una historieta con dioses y entidades abstractas antropomórficas que presencian asuntos terrenales y en ese cruce ponen en perspectiva muchas cuestiones humanas como la vida y la muerte y los sueños, y además está escrita con una sensibilidad maravillosa, vos me vas a decir “sí, ya leí Sandman”. Pero no, no es Sandman, aunque The Many Deaths of Laila Starr tranquilamente podría ser un spin-off, y como mínimo sirve si ya te leíste toda la épica de Neil Gaiman y querías transicionar a algo parecido.
Esta miniserie de Ram V y Filipe Andrade editada por Boom Studios este año me agarró por sorpresa desde su primer issue con esa tapa fantástica de una piba cayendo a su muerte desde los cielos de Mumbai con unos colores alucinantes, y me tuvo mes a mes esperando un cómic americano como no me pasaba hace mucho. Este primer capítulo es uno de los principios más gancheros que leí desde… no sé, desde el primer capítulo de Fumetsu no Anata E (manga al que le debo una buena nota por acá).
La cosa es así: el olimpo es una empresa, los dioses son oficinistas y Dios es el jefe. Este jefe llama a la muerte y le dice que agarre sus cosas porque está despedida. La razón: está por nacer la persona que va a inventar la vida eterna, así que van cerrando la rama de la muerte de la existencia humana. El retiro de los dioses, aparentemente, es poder experimentar la vida humana, así que la muerte pide que la reencarnen en el cuerpo más cercano al del pibe recién nacido, a ver si en una de esas lo mata antes de que le cague el laburo. La muerte entonces reencarna en Laila Starr, una piba india recién muerta, en la morgue del hospital donde nació Darius, quien algún día descubrirá la inmortalidad.
Es el concepto más usado de la ficción: la vida y la muerte. La magia de Ram V consiste en hacer que te parezca que es la primera vez que lees algo así cambiando todos los otros elementos, sintetizando el conflicto en dos personajes complejos, Laila y Darius, y haciendo que la cosa vaya girando entre las experiencias de ambos. Y no quiero insistir mucho en la comparación con Sandman para no desprestigiar a The Many Deaths… o causar falsas expectativas, pero vengo de leer un par de tomos de la obra de Gaiman y les juro que hay diálogos acá que parecen salidos de ahí.
Laila y Darius: dos historias, y cómo interactúan. El juego de paralelismos y diferencias es fantástico. Por un lado, la muerte obtiene una vida mortal (casi, porque se caga muriendo bastantes veces, de ahí el título) y empieza a entender cómo es ser alguien acá abajo, mientras que por el otro lado, Darius es un pibe de una familia cheta muy protegido que empieza a desilusionarse con la realidad de la mortalidad y se acerca cada vez más peligrosamente a alcanzar la vida eterna. ¿Cómo siquiera se llega a eso? ¿Qué tiene que pasar para que la alcance? El guion juega con las expectativas constantemente y mete unos giros dramáticos geniales todo el tiempo.
Para sumarle puntos, esto está dibujado como los dioses (ja ja). Ya había visto el arte de Filipe Andrade en otros cómics (de Marvel, creo) pero era mucho más roto, menos copado. Era característico en su deformidad y trazo fluido, pero le faltaba, o bien terminar de alcanzar la grossitud, o bien tener un asistente de color que terminara de potenciar sus trazos. En The Many Deaths…, por suerte, pasan ambas cosas, y termina de consagrarse como la estrella que es en este libro. El diseño de personajes (el de la muerte y el de Dios son fantásticos), la fluidez, el dinamismo al extremo, los planos que logra, ¡los colores! Es una historieta que se disfruta leer en todas las páginas.
El único problema que tiene es que termina. Apenas cinco revistas, un lindo tpb, y la cosa cierra la persiana. La verdad es que deja con muchas ganas de más, si no es de los mismos personajes, al menos historias así, cortas y cerradas, ambientadas en el mismo universo, en esta India llena de ciudades saturadísimas y playas hermosas y dioses y personas. De vida y de muerte, y de todo lo que pasa en el medio.
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Esto sí, capaz, sea importante de considerar al momento de pensar un “how to read Love and Rockets”: las historias de Locas (Jaime) y Palomar (Beto) nunca se cruzan y cuentan cosas completamente distintas. Mi consejo es averiguar más o menos de que trata (tanto la wiki en inglés de la serie como el apartado que tiene la serie dentro de la página de Fantagraphics lo explican bastante bien y sin spoilers) y fijarte cuál te interesa más. Por mi lado le estoy dando duro a todo el universo Locas, por lo que faltará (o no) para que llegue a dedicarle mi tiempo a Palomar.
Para aquellos que solo leen en inglés, este libro es el equivalente (aunque con varias diferencias) del tomo uno de la Love and Rockets Library: “Maggie the mechanic”.
Lo que sí podemos asegurar es que un pin-up de Jaime Hernández, donde dibuja a una Robin mujer, fue lo que propició el origen de Carrie Kelly. John Byrne vio el dibujo, lo agarró, se lo llevó a Frank Miller y le dijo “¿por qué no haces algo como esto en tu historia?”.