Bienvenidos a una nueva entrega de Oficio al Medio, un newsletter sobre historietas. Cada quince días, Gonzalo Ruiz y Matías Mir analizan algún cómic o alguna temática relacionada al mundo de las historietas, buscando repensar sus lecturas y conectar con otros fanáticos. En este nuevo contacto, Gonza se queda solo (pues a Matías le toca vacacionar hoy) para hablar, cuando no, de la última obsesión que lo perturbó en los últimos meses.
Cúmulo de sentimientos tras la lectura final de The Sandman
Por Gonzalo Ruiz
Así como a todo chancho le llega su San Martín, a todo comiquero le llega su momento de leer The Sandman, con los resultados más dispares por supuesto, porque no todos los gustos son absolutos como lo pueden ser algunas verdades. Y esto es algo que aplico en mi, porque si recuerdo la primera vez que leí Sandman, allá en aquel momento que ECC Sudamérica imprimió la versión española en nuestras tierras, lo primero que se me viene a la mente es aburrimiento, un número debutante extenso y extenuante que me obligó a soltar el tomo y venderlo.
Acá estoy, varios años después. Gracias al cinema verité que es Instagram, se que el 14 de junio del año pasado había terminado de leer, ahora si, Preludes and nocturnes. Y bueno, ¿ahora sí puedo decir la obviedad, eso que dicen todos una vez que dejan de leer The wake? Ok, acá va: Sandman es una obra maestra.
Por supuesto que puedo cerrar acá mi participación en el mail de hoy, porque si hay algo de lo que se ha escrito y en cantidad es sobre esta serie de 75 revistas que son obra y gracia de Neil Gaiman. Pero, siguiendo la lógica de este ejercicio ególatra que es reseñar/recomendar/dialogar sobre alguna cosa sin que nadie haya pedido mi opinión, voy a dejar las cosas más clave que me dejó la lectura cuasi maratónica. Son impresiones que, si las destaco es porque más allá de lo que me haya parecido la calidad de cada arco argumental (varía un poco, pero nada que sea de mitad de tabla para abajo), es porque dichas impresiones se mantuvieron pese a todo desde el inicio hasta el final de la lectura.
Perdón si digo una obviedad, pero como últimamente vengo teniendo problemas (bueh, quién era…) con lo que digo, lo aclaro: todo lo expuesto son impresiones absolutamente subjetivas, que me surgieron a mi en pleno ejercicio de lectura y que probablemente no sean iguales a las que ustedes tuvieron en su momento. Ah, y por supuesto: habrá spoilers, sobre todo del final.1
Arranco, pues.
The Sandman es un cómic de terror, en su mayoría.
Vamos de entrada con la polémica, ponele. Ok, alguno me podrá señalar que en realidad es dark fantasy, género principalmente literario que, sí, tiene condimentos terroríficos en su concepción. Y por supuesto, The Sandman tiene elementos de fantasía que se podrían emparentar con la intención narrativa de, digamos, Dungeons and Dragons, pero Gaiman plantea, al menos en sus primero cuatro arcos2, historias de terror puro, que eluden la cosa fantasiosa… o casi, porque el cuarto arco que hago mención es A game of you, que es full dark fantasy. Y podría decir que, la segunda mitad de la serie oscila mucho, entre dos partes enteramente antológicas (y que por ende, tocan muchos temas y géneros), una road trip existencialista y el final.
Pero para mantener mi idea inicial, me voy a quedar en esos gloriosos primeros cinco tomos.
Gaiman mismo se hace cargo, sobre todo en el prólogo de Preludes…, confesando que los primeros tres números eran un homenaje a distintas facetas del terror. Sandman #1 está dedicado al terror cinematográfico de la Hammer; el #2 a los cómics de la EC y sobre todo, los de DC con el rescate de Caín y Abel y el #3 a Clive Barker, maestro de maestros del horror contemporáneo más putrido y visceral que también mojó fuerte en el dark fantasy. ¿Y el resto? Bueno, en primer lugar, una historia que transcurre en el mismísimo infierno no puede no ser de terror (aunque no es un cómic shockeante en si, como pueden ser los otros). Y “24 hours” es una historia Carpenteriana por afano: hay encierro, una amenaza imparable y opresiva que juega con la locura y el cinismo de los seres humanos involucrados en esa trágica noche acontecida en un diner perdido. Puedo estar hablando de Halloween, Assault on Precinct 13, The Thing, In the mouth of madness… pero no, sigo con Sandman. Quedan medio colgados dos números, uno donde se involucra la Justice League (después de todo, el villano de esta saga es Doctor Destiny) y, por supuesto, el número donde finalmente se enfrentan Morfeo con Dee. Pero con esto me voy a meter más adelante.
Igual, no quiero ser un necio y quedarme con la idea que es solo terror y nada más. De hecho, el móvil que empuja a Morfeo en esta saga es la búsqueda de sus fuentes de poder, algo que tiene más sentido en Final Fantasy y no en, digamos, The Exorcist. Pero más allá de esa intención de “quest”, me quedó la sensación de Gaiman queriendo ser un escritor enfilado en las ligas terroríficas. Y donde mejor lo logra es en The Doll’s house.
Doll’s house es rarísimo. Por un lado, hay todo un ejercicio de retrocontinuidad tan zarpado que toma buena parte de la delantera en estos seis números (hay dos números que sirven como respiro y un prólogo que, de prólogo en realidad no tiene nada… pero con esto también me voy a meter más adelante). Pero aún así, tiene elementos terroríficos. Cosa medio obvia si la “misión” que le toca al Arenero ahora es recuperar a las pesadillas que se escaparon del Dreaming. Dos de ellos, Brute y Glob, aterrorizan a un nene que vive preso por culpa de unos padres adoptivos, haciéndole creer que es el ayudante del tercer Sandman (pensando, claro, en los personajes superheróicos de DC Comics), acompañado por una estética que homenaje a Little Nemo in Slumberland (jej), muy lograda por parte de Mike Dringenberg. La otra pesadilla es El Corintio, que en su paso por la Tierra se convirtió en un serial killer admirado por una comunidad de serial killers que organizan convenciones donde se reúnen para hablar de sus metodos de asesinato y más. Dejame de joder, ¿cómo no va ser un cómic de terror esto? De hecho la pasé bastante mal leyendo este tpb, hay momentos no necesariamente truculentos, pero sí que tienen un aura de incomodidad y peligro que sentí la primera vez que vi Texas Chainsaw Massacre. Ahora que lo pienso/escribo, Sandman es un cómic que se apoya muchísimo en “los climas”, así esto suene ambiguo o misterioso.
Pero si de climas hablo, estos primeros veintipico de números tienen uno bastante terrorífico. Insisto: una convención de asesinos seriales todos juntos, y en un momento aparecen un pibito y una adolescente. En ese momento entré a sudar frío.
Dream Country me parece una maravilla, pero como elude muchísimo la idea de los géneros (aunque Calíope, mi número favorito por afano de la serie, tenga elementos no necesariamente de terror pero si de un thriller mala leche onda De Palma), paso derecho a Season of Mists, toda una saga transcurrida en el infierno. Y no, no hay terror acá, me cagó un poco este primer apartado. ¿Qué hay entonces? Una pulseada espectacular entre Morfeo y distintas entidades místico-mesiánicas de casi todas las culturas (occidentales, orientales, antiguas) que buscan ser los nuevos dueños del Infierno mismo. Para muchos, El momento cúlmine de Sandman, la historia insuperable. ¿Es tan así? Más o menos, no estaría bueno implicar que el resto de la serie va en picada.
Por su lado, A game of you es paradigmática. Es la que termina de definir, junto con el primer arco, a Sandman como una fantasía oscura y épica, y es la que, creo yo, termina generando una fuerte empatía con las lectoras mujeres, algo que no ocurría con otros cómics, tanto de su época como en ese momento. Es otra aventura en modo “quest” finalfantasiesco que transcurre en el mundo de fantasía que tiene Barbie (una figura de A Doll’s House, la idea de personajes recurrentes, si, la voy a nombrar más tarde) en su cabeza. Pero acá Gaiman se mete con la brujería (bueh, lo venía haciendo desde el número 1, en honor a la verdad), generando un clima bastante macabro por el tipo de magia que vemos en acción. También es una historia de introspección muy preciosa, algo que a partir de acá se hará recurrente en Sandman. No será La Saga de Sandman, pero que son números muy importantes, lo son.
El mecanismo narrativo de Neil Gaiman es perfecto como pocos.
No digo que lo haya inventado él o que lo haya hecho mejor que nadie. Pero hacer 75 números con una historia que empieza y termina, y donde NO HAY UN PUTO DATO QUE SOBRE O QUE QUEDE COLGADO, lo hace poquísima gente. Lo de Gaiman es increíble, no te podes olvidar en ningún momento de ningún personaje porque, no solo se vuelve recurrente, sino que también cobra una importancia crucial.
Y es más, uno podría pensar que la historia troncal se cuenta solo en los tomos que incluyen arcos argumentales y no en los tres libros de historias autoconclusivas… pero no es tan así. Todos vuelven y todos cobran chapa de una manera u otra. La importancia de A Doll’s House es tan tremenda que de ahí aparece un personaje que se convierte en protagonista principal y varios elementos que son necesarios para el desarrollo del arco final de la serie. No hay tal cosa como el dato marginal o el guiño para la fanaticada: todo tiene un nivel de conexión que te obliga a muchos niveles de lectura, relectura y prestada de atención.
También la fuerza talismánica que tienen casi todos los números es descomunal. Sigo en A Doll’s House, donde parte de la trama transcurre en una casa gigante que la comparten distintos habitantes, uno más particular que el otro. De acá salen Barbie y su marido Ken, una parejita ejemplar como la que proponen los muñecos homónimos; las hermanas góticas Chantal y Zelda. ¿Cuál es la subtrama de este arco? Cuando el Sandman fue capturado en el tomo uno, la gente que se quedó dormida no pudo ser despertada y aquellos que estaban despiertos no volvieron a dormir. Una de las dormidas fue una mujer que quedó embarazada, algo que generó una anomalía “sueñera”. Esta anomalía es un ser humano3 (Rose, la protagonista) que es en realidad un vórtice del sueño que altera su alrededor. Justo en ese momento donde comienza a activarse el vórtice, nos enteramos que Barbie tiene fantasías épicas, algo que podemos considerar como una boludez hasta que el guionista decide que eso es parte troncal de Sandman (un arco donde Morfeo casi no figura).
Por supuesto que lo onírico es importante cuando el protagonista principal es la entidad que le da origen a tan fascinante momento de la vida humana, pero Gaiman aprovecha esto para contar cosas con capas. La idea de la “historia dentro de una historia” exprimida en Worlds’ End figura todo el tiempo. Y lo que es peor: esa historia dentro de una historia muy probablemente se conecte fuerte con ¡otra historia!
Otra cosita: William Shakespeare tiene el honor de ser el protagonista final de The Sandman. Y para que vean la efectiva lentitud del desarrollo, aparece como un cameo en el número 13 (otro número precioso), en el 19 es protagonista (la historia apócrifa del estreno de Sueño de una noche de verano), para volver en el número 75. El último, sí.
Ah, y encima algo chiquito que ocurre en el #19 también es crucial para The Kindly Ones, el “final” de la serie.
¿Ah, y qué onda los libros de historias autoconclusivas? Hay de todo. Si bien tiene cosas muy importantes (como la aparición de Orfeo, el hijo de Sueño), Fables & reflections me aburrió mucho y Worlds’ End está bien, pero se nota que tiene una influencia muy fuerte por la literatura inglesa clásica que me pierde, capaz en Puán esto es un éxito rutilante (?) pero tengo prohibido mi paso por ahí y no lo puedo saber. Pero un poco su chiste radica en este punto: esos personajes o ideas que son mencionadas al pasar pero que resultan ser hiper-importantes y que no hay que perder de vista. Y esto lo tengo que decir: no soy fan de Neil Gaiman, leí otros cómics y no me coparon ni ahí (Su Whatever happened with the Caped Crusader me aburrió una barbaridad). Lo cual me da a entender que a esto le puso su corazón y sus ganas a morir, un cómic muy personal y lleno de onda donde mas allá de las complicaciones de explicar todo, es un relojito. Y justamente donde mejor se ve, son en estas historias cortas, que empiezan y terminan con una precisión quirurgica envidiable. Son cursos de guión.
En Sandman, por momentos importan más los personajes que la historia… al punto que hasta los secundarios importan más que los principales. Y nada de esto me parece malo.
¿Otra polémica? Ustedes me dirán.
Probablemente pocos cómics sean tan difíciles de explicar en el non-sancto ejercicio del “te lo resumo así nomás” como Sandman, porque más allá que pasan cosas (muchísimas), esta es una historia netamente de personajes. Morfeo probablemente cargue con el “camino del héroe” más largo y torturado del universo, y encima ni cumple todos los preceptos narrativos que propone Campbell. Pero si, al oniromante lo vemos desarrollarse como pocas veces vimos en otros cómics (ventajas de ser una historia de un solo guionista), pero lo que más me sorprendió, esto en sintonía con el punto anterior, es la cantidad de veces que Morfeo se corre del centro para dejar que la historia no solo la lleve otro, sino que encima le gane la importancia, más allá de ser poderoso o no.
Desde el vamos, A game of you es una historieta protagonizada por mujeres, por ende nuestro Endless (perdón el trabalenguas) no figura en casi ningún momento, solo al final y no necesariamente para hacer algo trascendental, porque esta es una historia pensada para desarrollar a Barbie (medio al pedo porque después desaparece, esto igual no quita lo conmovedor del relato) y además para hablar del fin de la inocencia y de los sueños que vienen en esta etapa.
Ok, esto que mencioné contradice un poco lo del título. Pero después está el mencionado Shakespeare que en sus tres cameos simboliza la relación que Morfeo sostiene con los habitantes de la Tierra, con aquellos que sueñan. En su primera aparición, ambos hablan un cachito solo para que el Sandman le diga “prometo convertirte en un escritor groso”, pacto mediante. En los otros dos números vemos como se cumple dicho pacto, que obviamente incluye el canje de algo cuya importancia es mayúscula para William. Esto también es una forma de explicar talismanicamente (y me disculpo por lo imbricado de la palabra) al Sandman como un todo, porque justamente la segunda obra que Morfeo le pide al dramaturgo es La tempestad, una historia que tiene muchísimo que ver con todo lo que leímos 74 números atrás.
Otro personaje que se come la cancha es Hob Gadling, el inmortal presentado en el treceavo número. Un fanfarrón que clama tener la posibilidad de vencer a la muerte sin saber que esto se lo escuchó la Muerte misma, acompañada de su hermano menor Sueño. Entre ambos juegan una amistosa “apuesta” donde le permiten a Gadling vivir para siempre, y ver cómo mantiene su posición ante esa imposible idea de conquistar la vida. Hob les cierra el culo: el tipo se mantiene estoico ante sus triunfos, sus fracasos, sus momentos más oscuros y la modernidad misma, en ningún momento pide tirar la toalla y rendirse. En el medio, entabla una curiosa, incómoda pero tierna relación con Morfeo, que se presenta como un visitante que viene cada 100 años hacia él, para saber cómo le va. Si hay algo que podemos vislumbrar en “Men of good fortune” (temazo de Lou Reed), es justamente cómo evoluciona nuestro Eterno favorito.
Hablando de eso…
Brief Lives no tiene casi nada que ver con la serie pero es crucial (Y no necesariamente por el final)
Ojo que arranco con un heavy spoiler si no llegaste hasta acá con tu lectura.
Un road comic book introspectivo, eso es Brief lives. Y sí, Morfeo asesina a su hijo, lo cual desemboca en su maldición final que se verá en Kindly Ones. Pero eso no lo vemos hasta el final, en el medio nos clavamos ocho números donde Sueño y su hermana Delirio van en búsqueda de Destrucción, el hermano traidor, el que le dió la espalda a los Endless porque no quería cargar más con el peso de ser el símbolo de nada, y menos de algo tan negativo como la “destrucción”.
Pero además, tampoco es que la historia tenga que ver con la búsqueda de Destrucción, sino que es una historia sobre relaciones fraternales. Si leíste Sandman hasta acá, notaste que Sueño es un hosco absoluto, un tipo tan poderoso y que está tan más allá del bien y del mal, que le cuesta entender no solo a los humanos (Hob lo ayuda muchísimo con esto, sin que ninguno de los dos lo sepa), sino que tampoco entiende a los suyos, a los Endless que son igual de poderosos. Está la guerra fría con Deseo y Desespero, la distancia con Destino, la búsqueda de comprensión por parte de la jovial Muerte (otro personajazo que nos alegra cada vez que la vemos, más allá de lo irónico que resulta esto. O más bien, ojalá sea esto lo que veamos el día que nos toque morir)... y también está Delirio, de lo más entrañable que existe. Una Endless adolescente que, haciéndole honor a lo que representa, está loquísima. Sus diálogos no tienen pies ni cabeza, su mente es tan volátil como la de un cachorrito. Pero siente amor puro por su familia, solo quiere que todos estén juntos de nuevo, incluso Destrucción, siendo felices. Algo francamente imposible.
Ese amor no solo la obliga a querer buscar al que falta, sino también es lo que hace que le pida ayuda a todos, sobre todo a Sueño: quiere su afinidad, quiere que elles la quieran tanto como ella los quiere. Es raro lo que me genera Brief Lives: me parece descolgadísima pero es perfecta, probablemente sea mi arco favorito de todo Sandman. Es un cómic que habla del amor de una forma muy particular, porque justamente no es amor romántico, es una linda forma que podemos usar para entendernos mejor entre todos nosotros4. E irónicamente, la mayoría de los personajes que visitan Sueño y Delirio no son gente de “vidas breves”, sino otros inmortales, más desdichados que Hob. Otra muestra de la grandeza lírica y todoterreno de Gaiman.
Encima de todo, está Barnabás que es lo más grande que hay. Pocas veces me cagué tanto de risa como cuando leía sus diálogos.
El final es lo más anticlimático que hay. Pero… ¿Podía terminar de otra forma mejor que esta?
Seguro que no.
The Kindly Ones, el final de la serie ocupa trece números que van del 57 al 69. Yo dije que la serie terminaba en el 75. Entonces ¿cómo puede ser el final?
Vamos por el inicio.
The Kindly Ones es el momento donde cierra TODO. La historia principal, las subtramas, los hiper mini plots que le corresponden a un personaje que apareció hace cinco años atrás… todo todo todo termina acá. Mirá si será un genio Neil, que entre Brief lives (donde Morfeo hace algo imperdonable) y The Kindly Ones (donde aparecen las consecuencias de esto), te clava seis historias cortas que no tocan el tema en absoluto, solo para generar la ansiedad de este cierre decididamente épico y terrorífico.
Bueno, dale: dark fantasy. Ahí está.
Cuestión que Neil se toma estos trece números para buscar la forma del castigo definitivo hacia Morfeo de la mano de las Furias que aparecen constantemente en Sandman (la figura de las tres brujas que cambian de forma). No vamos a contar que es ni cómo se da (sobre todo porque esto tiene su origen… ¡En A Doll’s House! ¡Si, esos comics que salieron a finales de los 80 tienen relevancia con unos que aparecieron casi 10 años después5! Es así, con Sandman si parpadeas, perdés), pero me basta con decirles que es un momento completamente triste.
Porque si, a medida que iba leyendo, en mi cabeza me repetía “no hay forma que algo de esto termine bien”. The Sandman no es una obra superheroica, donde el héroe resuelve problemas, incluso aquellos que le cuestan más de una batalla porque de un modo u otro va triunfar como siempre ocurre con el Bien. No, esta es una obra existencialista a más no poder, un lugar donde la alegría pasó a saludar pero no se quedó a tomar el té, sino que salió corriendo ni bien pudo. Casi podríamos decir que es una obra maldita pero no por mufa, sino porque malditos son sus personajes.
Pero algo aprendemos en el camino. Un Endless no puede morir. En realidad si, pero solo muere la representación que conocemos, y no el concepto. Es decir, el Sueño no muere, si Morfeo/Kai'ckul/Oneiros/etc. Por ende, el Sandman va a morir, pero lo va a reemplazar otro.
Totalmente anticlimático el sacrificio. Pero repito: ¿podría terminar de otra forma? Mi conclusión es que sí, pero no hubiese sido lo mismo, sino algo muy inferior al final-final.
The wake es un epílogo largo. Hay tres números dedicados justamente al velatorio, una última historia con Hob, un preciosísimo número ambientado en la China histórica y por último The Tempest, el “curtain's call” para Morfeo y el Bardo de Avon. En el medio vemos una nueva encarnación de Sueño con la que obviamente no vamos a poder encariñarnos, y probablemente de los mejores momentos jamás escritos por Gaiman, lo que hace que este último tomo valga la pena. Lo entiendo también: hay que saber seguir contando historias después de todo lo que pasa en The Kindly Ones. ¿Le saca un poco la solemnidad, el bajón y la penumbra que queda después de cerrar ese tomo? Y la verdad que sí. Pero el show debía seguir, aunque sea unos cinco números más.
En conclusión…
Que difícil fue hacer este texto que no es precisamente una reseña, sino un mapa de sentimientos que me dejaron estos diez librazos. De nuevo, ¿cómo se puede reseñar esto? Si, podemos decir que la historia funciona por esto y lo otro, también hablar de lo maravilloso que es el arte (A diferencia de muchos, me gustaron la gran mayoría de los laburos aunque si concuerdo en que Marc Hempel, de los duraderos, es el mejor. Le sigue atrás Jill Thompson y es un deseo personal poder ver todo Sandman por Sam Kieth)... pero lo mejor que tiene The Sandman es que es un tour de force tan particular que ninguna palabra le haría justicia, ni siquiera las mías. La experiencia que uno puede tener al momento de agarrar por primera vez el tomo de Preludes and nocturnes va a ser siempre distinta. Pero de algo puedo estar seguro: va a ser irrepetible. Son de esas cosas que nunca vamos a poder olvidar por lo formativa y trascendentales que son.
Y eso es lo más lindo que tiene la historieta, para mi.
Postdata: el pijazo DCístico
¿Un punto en contra que tiene Sandman? su intención de relación con el Universo DC. Algo que desde el vamos se pone picante cuando te enterás que hay TRES personajes que comparten el mismo nombre. Tres personajes que encima no tienen nada que ver. Pero bueno, sabe resolver con maestría al Sandman de Hector Hall (El último en aparecer), incorpora a los mitos de Vertigo a Wesley Dodds (El original) y el de Kirby… bueno, por ahí anda, probablemente olvidado. Bah, Brute y Glob son creaciones de Kirby que se incorporaron al canon de Sandman.
Después nos queda la duda, ¿la aparición de la Justice League, que pito tocaba? Ok, repito: sí, está bien que el Doctor Destiny tiene mucho que ver con ellos… pero era un villano olvidadisimo, pero no hacía falta meter a Batman, al Martian Manhunter y a Mr Miracle para hacer nada. Puedo entender ese cameo igual de ridículo en el Swamp Thing de Alan Moore (cuya intención justamente era ridiculizar a los héroes frente a una amenaza jodida), pero acá no. Salvo que sea una cuestión de contrato. Pero bueno, tambien al principio, Gaiman coqueteó con la idea de meter este mundo imposible en DC. El hecho de querer utilizar al Joker como catalizador de Doctor Destiny en el Arkham Asylum estuvo presente, pero “desde arriba” le dijeron que no y terminó con el Espantapájaros. Acá tuvo que haber aprovechado para meter un personaje nuevo, pero se ve que tenía ganas, aún, de meter un villano conocido.
Estas cosas no necesariamente complican la intención de lectura de la serie, pero a medida que avanza la trama, se sienten descolgadas. Lo de Hector Hall para mi está perfecto de todos modos, un chiste metatextual de lo más interesante, pero el resto más o menos. Funciona, por supuesto, el regreso de Caín y Abel, siendo que las Houses (Of Mystery/Of Secrets) tenían al menos 10 años sin publicarse. Meterlos como habitantes del Dreaming es un hallazgo total. Lo mismo pasa con Facade, la historia protagonizada por Element Girl, también olvidada en el maremagnum creativo que abunda en la Distinguida Competencia.
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Cosa importante también, es que todavía no leí Endless Nights ni Overture, que tengo entendido explican todavía más cosas. Los spin-offs tampoco, pero bueno, tienen menos que ver aún (hojée el Dream Hunters de P. Craig Russell, es precioso).
Dejo afuera Dream country por ser más una sucesión de números sueltos y no un arco argumental per-se, lo mismo Fables & reflections y en cierto modo Worlds’ End, que también cuenta historias autoconclusivas, pero ésta maneja un hilo narrativo y que encima mete un flashforward demencial. Pero ya me voy a meter con estos tres tomos.
Estas cosas las cuento así nomás porque capaz no leíste Sandman pero si, en una de esas, viste la serie de Netflix que en su primera temporada adapta los primeros dos arcos argumentales de una forma no necesariamente fiel al material original pero si respetando lo básico y necesario. Capaz se enreda y cae mucho en las referencias del universo DC que generó la aparición del Sandman/Hector Hall, pero bueh, entiendo que no es culpa de la adaptación, sino de lo rompehuevos que serían las cuestiones de derechos involucradas.
Eso sí, no maten a sus hijos por más que se los pida como favor.
Si, no pasaron 10 años exactos, es una exageración.