Bienvenidos a una nueva entrega de Oficio al Medio, un newsletter sobre historietas. Cada semana, Gonzalo Ruiz y Matías Mir analizan algún cómic o alguna temática relacionada al mundo de las historietas, buscando repensar sus lecturas y conectar con otros fanáticos. En este nuevo contacto, Matías escribe un poco sobre Quino y Gonza cuenta de dónde consigue linda información comiquera.
El humor metafísico de Quino
Por Matías Mir
Estas semanas estoy con mil quilombos, en parte porque estoy en proceso de mudarme. Lo bueno es que gracias a eso mi pareja me fue dejando en casa sus libros, entre los que se incluye su colección completa de libros de humor de Quino, así que, aunque no tengo tiempo para leer casi nada serializado o con continuidad, sí puedo tener unos minutos antes de dormir para bajarme uno o dos de esos libros. Además de pasarla del rechupete y cagarme de risa, quizá el hallazgo que más valoro de esta bingeada improvisada del maestro es cómo, a medida que avanza su carrera y se consagra cada vez más, explora los límites del medio de la historieta y los explota constantemente vinculando tan estrechamente el dibujo, el guion y el sentido humorístico de su arte al punto que se vuelven todos elementos completamente inseparables.
Si tenés medio McCloud encima, sabés que la historieta es la conjunción de una serie de elementos relativamente universales (viñetas, globos, rotulado, “calles”, onomatopeyas, etc.) y de recursos de aplicación de esos elementos (puestas en página, ángulos del dibujo, forma de las viñetas, más etc.). La plancha humorística, que es lo que Quino dibujaba por fuera de Mafalda, como las que hacía para El País, esas que se recopilan en una serie de libros colorinches de De La Flor; es una variante de la historieta que toda esa conjunción se sintetiza al máximo para resolver en una página (o una doble) un remate. En teoría, al tener una semana entera para dibujar un chiste, el Quino ya más canchero aprovechaba y usaba ese espacio como lienzo para producir escenas enormes y detalladas, a veces como parte del humor (que un tipo tenga un cuadro monumental de sí mismo y el real sea chiquitísimo, ponele) o a veces solo porque sí, por el arte mismo. Tanto en Mafalda como en sus planchas, se nota una atención al detalle, al realismo de los objetos en oposición a lo caricaturezco. Siempre me acuerdo esa anécdota que contaba sobre cómo se iba al almacén del barrio para que lo dejen sacar referencias para dibujar una fiambrera.
No me voy a poner a decir que los chistes son divertidísimos o que el tipo tenía un ojo para encontrar el aspecto más universal y puntual del humor en la sociedad (o, como él dijo, “poner en evidencia el absurdo”) porque a esta altura es una obviedad hasta aburrida de repetir. Los que no son aburridos son los chistes. Esas recopilaciones, si tenés alma, son de los pocos libros que pueden hacerte reir de verdad, en voz alta, solo opacado por algún “qué hijo de puta, cómo se le ocurrió esto”. Y cuando me encuentro con uno que me parece buenísimo, me engancho viendo por qué es buenísimo, cómo funciona, cómo armó la página para llevarte con los ojos al remate sin que lo predigas o la cantidad de detalles que metió para que toda la información del setting lleve al remate, a veces, sin decir una palabra. El forro lo hace parecer como si fuera fácil, encima.
Pero las que me vuelven loco son esas planchas en las que ya pasa por el chiste, pega la vuelta por el buen uso de recursos y llega a un punto en el que el chiste es SOBRE el uso de dichos recursos. En cierto punto de su carrera, completamente inidentificable si lo leés en recopilaciones que no siguen ningún orden cronológico (algo difícil de organizar dado que Quino llegó a dibujar hasta para seis publicaciones en simultáneo), el tipo empieza a interesarse por la idea de hacer chistes basados EN los elementos de la historieta, EN esos recursos que solo la historieta habilita. Es decir, ideas que solo pueden ser expresadas en historieta y que encima dan risa.
Estamos hablando de chistes donde los globos de diálogo resultan ser algo físico en la escena, o donde la perspectiva de las viñetas resulta ser una ilusión óptica fantástica, o donde los personajes no solo saben que están en una historieta sino que encima leen sus guiones, o hasta delirios en los que deben atravesar la historieta pero esta está rota, como si hubiera habido un accidente en el papel, y los personajes tienen que aventurarse por entre viñetas rotas. Un delirio absoluto.
Y seguramente alguno dirá “che, pero yo vi que Sala/Podetti/Tute/el que se te ocurra hizo chistes así”, y tendrían razón. Es más, yo mismo ya escribí acerca de cómo Tove Jansson (y posteriormente su hermano Lars) jugaban con el formato de tira cómica para hacer historietas “potenciadas”. Sin embargo, lo que hace Quino en esa serie de dibujos es una producción interesante de varios chistes en los que se enfoca en explorar de cuántas formas puede jugar con los límites más absolutos de esos elementos.
Además, cuando lees demasiados chistes de Quino seguidos (y tiene muchísimos y todos muy accesibles) empezás a notar lo masivo de la influencia del maestro mendocino en el humor gráfico argentino. Para bien o para mal, es una sombra ineludible en cualquiera relativamente consagrado que salga a intentar hacer reir con dibujitos. En el humor gráfico las influencias son más notorias (el propio Quino se inspiraba mucho en el humorista que lo hacía reir a él: Saul Steimberg, del New Yorker) porque nadie desarrolla un sentido para el humor (y no “del” humor, son cosas distintas) del aire. Esas “escuelas” son notorias, y todos los que cuando eran chicos tenían libros de Mafalda en la casa hoy hacen chistes donde esa influencia se percibe, incluso si le encontraron una vuelta personal.
Pero a mí, que me encanta la historieta como entretenimiento y como objeto de análisis, ver a un groso viendo cuánto puede estirar las posibilidades del medio me fascina y me deja viendo esas páginas como un boludo. Si nuestro mundo está compuesto por elementos tangibles e intangibles, entonces el mundo bidimensional de la historieta también está compuesto por sus propios elementos tangibles e intangibles por sus personajes. Y si esos elementos cobran vida en pos de un remate, entonces ya estamos hablando de un humor metafísico.
Mis lugares favoritos para conseguir información interesante.
Por Gonzalo Ruiz
Porque no está bueno ser canuto, cortito y al pié: cinco cuentas de Instagram (y una de Twitter) que sigo por un simple motivo: me sirven muchísimo para aprender más. ¿Aprender qué? Bueno, pues información y nombres de artistas raros, anécdotas, comentarios… nada, todo lo que sirva para nutrirme cada vez más en el vasto e inabarcable mundo de las viñetas dibujadas. Porque como me dice siempre un muy amigo mío: “es increíble como hoy con todo esto podemos tener a la mano artistas que están ahí para hablar con uno”. Y de esto se trata hoy, aunque no voy a recomendar precisamente cuentas personales de artistas, sino más bien de gente especializada en la parte más ñoña de información. Allá vamos, pues.
Ryan Holmberg (@mangaberg)
El Marc Bernabé anglosajón. Traductor de manga que labura más que nada con las vanguardias del gekiga. Pero además de esa gran labor, es un gran investigador y ensayista de, por supuesto, el manga (y la cultura japonesa en general). De hecho, si van a academia.edu y lo buscan, se van a encontrar con varios textos gratuitos escritos por él. También figura muchísimo como prologuista o eplioguista de cuanta reedición de material de la Garo, generalmente traducido por él, se publica en Occidente. Hablando de la Garo, por motivo del triste fallecimiento de Sampei Shirato, Holmberg publicó once posteos dedicados al maestro, incluyendo una anécdota que explica por qué, hasta ahora, no hay ediciones nuevas de material de Shirato.
Pilar HM (@historietaymermelada)
Pilar es una licenciada en Letras cuya tesis de grado estuvo dedicada a Nippur de Lagash. Tanto en su Instagram como en su blog, propone un análisis hacia la historieta nacional y popular de décadas pretéritas, algo que hoy escasea bastante. Un merecido rescate de los obreros/patriarcas del lápiz que anduvieron por nuestras pampas, algunos de ellos quizá que todavía esperan una reivindicación que tarda bastante en llegar, a veces (y esto lo digo con algo de mea culpa). La cuenta es relativamente nueva, pero uno solo puede esperar grandes cosas.
The Tezuka Collector (@thetezukacollector)
No hay mucho misterio: un fanático del Dios del Manga, presumiblemente español, que comparte material de su colección… que es bastante importante y generosa, compuesta no solo por las reediciones más recientes y completas, sino también por publicaciones en japonés y, lo más jugoso de todo, las revistas originales en donde se serializaban sus historias. Esto sirve para mostrar los cambios que solía meter Tezuka con respecto a lo que aparecía por primera vez y la versión más difundida.
Kirby Covers (@kirbycovers)
Vincent Iadevaia tiene una única misión en el mundo y es conseguir todos los back issues dibujados (y escritos también) por el Rey de los cómics, últimamente en boca de muchos por ser el creador de los personajes de la más reciente película de Disney. Le faltan, pero Vincent se entretiene escaneando las portadas de aquellos números que sí tiene… que tampoco son muy pocos. No es esencialmente de data dura (apenas con el mes y año de publicación alcanza), pero clave para tener con toda velocidad algo de información del dibujante con mayor poder de imaginación de la historieta anglosajona del Siglo XXI.
Yann Plane (@yannplane)
Yann es un editor francés, a cargo de Zine Panique, cuyo contenido está formado por historieta alternativa de todo el mundo (de hecho, en el tercer número figura una historia corta de nuestro gran valor Pablo Vigo). Y lo que podemos observar en su cuenta personal es justamente el material que lee, disfruta y que eventualmente podrá ser traducido al francés para un número número de tan demente proyecto. Ideal para conocer un sinnúmero de grosos artistas que se mueven por fuera de los cánones y/o proyectos mainstream y que, sin el alcance de las redes sociales, jamás descubriríamos.
Bonus track: @_tzzk en Twitter
Gran fanático español que se encarga de divulgar de manera minuciosa sobre dos géneros: el BL (Boy’s Love, o yaoi) y el terror. Personalmente, no me gusta el BL (no por su temática homosexual sino porque me aburre el género romántico en lo que sea), pero no puedo negar que se nota que sabe muchísimo del tema. Lo comenta y divulga con pasión, además de estar actualizado de manera perfecta con lo que ocurre en el gigantesco mercado español. Ya con ese nivel de puntillismo me alcanza para recomendarlo… pero lo que a mi me atrapó de él son sus recomendaciones de mangas terroríficos. Recomiendo, enmarcado en este último palo, dos hilos excelentes: una reivindicación de la mangaka Kanako Inuki (la reina del manga de horror) y una explicación perfecta de por qué Junji Ito hace shojo. Pero bueno, si vos sos muy fan del BL, esta cuenta está hecha especialmente para vos.
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