Bienvenidos a una nueva entrega de Oficio al Medio, un newsletter sobre historietas. Cada quince días, Gonzalo Ruiz y Matías Mir analizan algún cómic o alguna temática relacionada al mundo de las historietas, buscando repensar sus lecturas y conectar con otros fanáticos. En este nuevo contacto Gonza y Mati juntan fuerzas para rendirle homenaje al gran evento historietil y al mundo de los fanzines.
Hey hey, my my, Dibujadxs will never die
Por Gonzalo Ruiz
Hace dos fines de semana terminó Dibujadxs, un evento a estas alturas mítico dedicado a la difusión de los artistas emergentes que defienden y enaltecen el formato fanzinero. Si bien la conclusión de este evento no simboliza la muerte de este tipo de espacios (que se han multiplicado justamente a raíz del evento, sin contar la también mítica carpa blanca de la rosarina Crack Bang Boom) ni la vuelta a un ostracismo para los fanzines, sí resulta en el final de una era, en cierto modo.
Porque, si hay algo que generan los eventos que perduran en el paso del tiempo, terminados o no, es la mística gracias al semillero que germinó fuerte, en el caso de Dibujadxs, durante sus 10 años de existencia. Deben ser muchos los artistas jóvenes que comenzaron como simples expositores o visitantes incluso y hoy los publican de formas más profesionales o tienen obras editadas en el extranjero, trascendiendo al formato amateur por excelencia. Y esto lo digo sin desmerecer el amor que desprenden esas obras impresas de forma casera y agarradas con ganchitos o cosidas con hilo, sino como un obvio paso previo hacia eso, la profesionalización editorial.
Porque la magia del fanzine, amigos lectores, radica justamente en el amor que posee el objeto, el amor que ayudó a ser concebido, si se me permite una metáfora pseudopaternalista. Esa cosa que nació de un grupo de fanáticos que, decididos a difundir sus pasiones, armaron revistas de forma casera, hoy cobra otro significado. Hoy el fanzine como término quedó expropiado, en cierta forma, por dibujantes y guionistas (artistas integrales también) que deciden publicar su material ellos mismos bajo sus propias reglas. Algo que, más allá de la muerte de Dibujadxs, persistirá en eventos o ferias de diversos tamaños que se realizan cada tanto en esta ciudad (y en todo el país, también).
¿Qué perdemos con el final de Dibujadxs? Principalmente, un evento “grande” (ok, el Teatro Mandril no es ni la Rural o el CEC rosarigasino, pero no se puede negar que supo marcar agenda para las editoriales, como una fecha ideal para editar títulos) dedicado exclusivamente a la historieta en la ciudad autónoma de Buenos Aires. Como dije, tímidamente y postpandemia hay otros eventos que copan de a poco la agenda argenta, y algunos de ellos están organizados por algunos ex-Dibujadxs. De golpe el Centro Cultural Recoleta acogió, hasta donde me acompaña mi memoria, tres eventos fanzineros durante este año. También surgió un nuevo evento desde las entrañas de la Feria del Libro de Flores, el Distrito Comix (donde también me parece que algunos exorganizadores meten mano). También está el Vamos Las Pibas, que lleva una cierta cantidad de años y eventos organizados lo suficientes como para tener un atractivo propio, más allá de funcionar como un espacio de agrupamiento para artistas mujeres/trans/LGBTQ+. Y así y todo, estoy ignorando y no alevosamente, muchos eventos que buscan agrupar artistas, algunos más efímeros que otros.
Pero sigue faltando un Evento (con E mayúscula) porteño que concite masas, que sea esperado. Mi gran pregunta es si habrá alguien o algunos con ganas de recoger ese guante que falta, de ponerse a organizar con meticulosidad y seriedad. Tal vez estoy pidiendo demasiado, tal vez me estoy adelantando con un ruego y ya hay un grupo de gente encargada de hacer su magia, de activar la chispa que encienda el fuego comiquero. Tal vez sea mi ansiedad de querer recuperar ese espacio y no depender de un viaje anual a Rosario, teniendo la posibilidad de meter dos eventos, antes y después, como era en los años prepandémicos con Dibujadxs en vida.
Aun así me queda un dejo de amargura, algo que noté no solo acá sino también en la carpa de fanzines de la Crack Bang Boom (otro semillero, más federal que el de San Cristobal, tal vez), y es como el mundo sticker le ganó terreno al mundo narrativo. Entiendo perfectamente que sea mucho más rentable hacer stickers y fan-arts que un cómic propio. Tenes por un lado un recuerdo bonito (cuando el dibujo está bueno) que se hizo rápido, sale barato y, al venderse en cantidad, genera más ganancia que un fanzine solo, que puede costar lo mismo que un pack de varios stickers. Ni hablar que un fanzine original obliga a meterle mejor venta para que la gente lo compre, algo que un sticker no necesita. Pero no está bueno que esos objetos tan bonitos como efímeros le ganen cancha a la historieta como medio de expresión. Me pregunto también si para algunos es más provechoso juntar una cantidad más grande de páginas y probar suerte en una editorial (o también autopublicarse, por supuesto), o si directamente eligen un camino más fácil y dedicarse a la ilustración. Obvio, no hay una respuesta correcta acá, es solo una queja de alguien que prefiere más poner una buena cantidad de guita en revistas que en stickers o pines bonitos (que también compro, de hecho mi mejor compra fue una remera de Brat Pack, jamás pensé que iba a conseguir algo así ahí).
¿Qué podemos hacer, mientras tanto? Desde lo más chico a lo más grande. Podemos empezar a buscar artistas por redes sociales, podemos comprarles digitalmente su obra, podemos estar atentos a cuando los convocan a eventos y ahí descubrir uno nuevo. Podemos empezar a fogonear esos espacios, ir y bancarlos, recomendarlos en nuestros espacios de difusión (o círculo de amigos también). Podemos preguntar en comiquerías si tienen fanzines, de una forma insistente para que ellos también apuesten por tan noble formato. Y bueno, si querés gestionar tu evento, adelante, que te vamos a bancar. Hoy necesitamos más que nunca de ese ímpetu. Seguramente acá o en Papa Fina, el espacio de reseñas que tengo en Comiqueando Online, van a aparecer próximamente algunas cosas que compré en la última Dibujadxs como prueba de mi paso por tan hermoso evento. Es lo que me toca como “patriada”.
Ojalá que en breve, también, podamos anunciar el inicio de un nuevo y quizás futuro gran evento.1
Donde ponen el ojo ponen el lápiz: tres recomendaciones de fanzinerxs
Por Matías Mir
Hace un par de semanas, dejó de existir la feria Dibujadxs, ese espacio fantástico donde editoriales y artistas de todo el país se ponían en el mismo plano de mesa vertical para exponer sus obras, entrar en contacto con sus pares y con el público en un ambiente cuidado y verdaderamente concentrado exclusivamente en la historieta y en la publicación independiente (y en los stickers, que acaban por ser una microeconomía aparte en estos circuitos).
Pocas cosas palían la murria como leer historietas buenas, cortas y hechas con alma. Estuve bajando la pila de fanzines que me quedaron luego de detonar la billetera en la CBB y algunas compras sumadas del festival Vamos las Pibas y la ya mencionada Dibujadxs, y tengo al menos tres artistas que ya me convencieron de buscarlos en cada evento futuro para ver si tienen algo nuevo porque todo me convence, me cierra, sintoniza en la misma vibra que ando buscando entre tanto ruido. A saber…
Lejana
Conocí a Lejana por “Un lugar mejor”, ese webcomic que salía en Hora Cuatro (proyectazo de historieta digital que simplemente sigue saliendo bajo el radar). En esa historieta, una chica lidia con una madre de mierda que hasta para morirse rompe las bolas, en una historia cotidianamente dramática acerca de cómo atravesamos el duelo de figuras polémicas con un toque de distopía sci-fi. Es un drama movilizado por sus personajes bellísimo que cierra con un golpe a la cara tremendo. Y encima se tomó la molestia de después imprimirlo y venderlo como uno de los mejores fanzines del año, fácil.
Resulta que Lejana tiene más obras. Además de editar junto a Flora Márquez la revista Las fieras (otro hermoso proyecto al que ya le entraré), desde Córdoba no para de producir material digital y físico. Por ejemplo, acá tengo a mano “Increíblemente humanx”, otra obra que mezcla dramas de personaje intimistas con distopía sci-fi en el que los humanos, en vez de reparar un planeta cada vez más inviable, van reemplazando partes del cuerpo para adaptarse a las nuevas condiciones. Todo el concepto es alienante, oscuro, capitalistamente deprimente y aun así Lejana logra conducir una historia intrigante entre todo eso.
Hay un gran talento para la observación urbana en sus obras. Un ojo detallista para entender cómo hablan las personas, cómo se contradicen, cómo sus manierismos y sus comentarios al pasar revelan su carácter en pocas líneas. “Crecer habría sido un crimen”, la historia de dos amigas sin un peso en un mundo antropomórfico, arrastra muchísima comedia mundana nacida de querer existir sin plata en la ciudad, y “Lápiz mágico” refleja la tensión de los artistas que intentan explorar su creatividad en un ambiente que exprime sus talentos para la productividad… aunque se trate de una sociedad liliputiense (¿postapocalítpica?). Me fascinan estas historietas que encapsulan un verosímil vernáculo incluso en los contextos más fantasiosos. Mucha palabra para decir que están buenísimas y que todos deberían comprarle todo lo que publique. (X)
Feru Ichi
Si bien venía siguiendo su trabajo en redes desde antes, no fue hasta el Guiso de aventuras que pude leer una historieta de Feru Ichi, “El hambre”, que me pareció fantástica. Más allá de un excelente apartado gráfico y de una puesta en página divertidísima, Feru tiene algo que me fascina y es que nunca terminás de entender bien qué hacen o piensan sus personajes. Saltan de acá para allá movilizados por un impulso que nunca se explicita, los agarrás en un momento fuera de contexto y cualquier intento por reconstruirlo es futil.
Ocurre tanto con la protagonista de “El hambre” como con los bizarros amigos de “El caballo ganador” y, por supuesto, con los vampirs, ese grupete de personajes que van apareciendo en diferentes publicaciones, además de stickers, remeras y todo el merchandising. Es un universo gráfico interesantísimo al que quiero seguir entrando. (X)
Leandro Davel
La obra de Davel es un hallazgo para mí pero aparentemente resulta que tiene banda de cosas publicadas en bocha de lados. Quizás alcanzó las vides de la fama y la fortuna de la historieta argentina con Superturbo, el hermoso libro que sacó este año para Barro, aunque quizás también haya sido por esa tira sobre robots copados en el postapocalipsis, “Pasto y concreto”, que dio vida a dos fanzines y su publicación como webcomic.
Pero quizás lo que más me copa del estilo de Davel son sus historias cortas. Revistas y revistas de historietas de pocas páginas en las que explora los límites estéticos y narrativos de su estilo y llega a resultados interesantísimos. Desde los efectos más sobrenaturales de drogas alucinógenas en “Fungi 2029” hasta los futuros alienantes de “Isla”, sigo atento a encontrar más de estas historietas en las próximas ferias. (X)
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Nota de Mati: Como dato interesante, inmediatamente después del final de Dibujadxs se anunció el Festival Dehistorietas, organizado por los compañeros difusores de Dehistorietas. La cita, para el 19 de noviembre, no funciona como feria abierta sino como una exposición cerrada de una amplia selección de artistas locales. Curiosamente, así funcionaba Dibujadxs en sus inicios. Más info acá.