Bienvenidos a una nueva entrega de Oficio al Medio, un newsletter sobre historietas. Cada quince días, Gonzalo Ruiz y Matías Mir analizan algún cómic o alguna temática relacionada al mundo de las historietas, buscando repensar sus lecturas y conectar con otros fanáticos. En este contacto, Matías deja el espacio para Gonzalo, que repasa a un gran personaje superheroico nacional.
Dr. Paradox: Turn on, tune in, drop out
Por Gonzalo Ruiz
"It would be a strange world,
a stronger loving world,
to die in."
John Cale, Sanctus (Sanities) (1982)
Me arriesgo a esta teoría, que tampoco es gran cosa ni llama a una discusión caliente: el 95% de nosotros, los lectores de historietas, sin importar qué tan curtidos estemos con nuestras lecturas actuales, dimos nuestros primeros pasos de lectura con los superhéroes. Algunos los abandonan buscando una sofisticación en la lectura y otros deciden enarbolar banderas en su defensa. Creo que son dos puntos válidos con luces y sombras según cada grupo, pero no veo lo malo en reivindicar a aquellos que nos dieron nuestras primeras alegrías. Para muchos, las cosas que consumimos en la más temprana edad repercuten fuerte en el futuro, moldean gustos y (para aquellos que eligen carreras artísticas) definen las influencias.
En este último grupo está Quique Alcatena, que desde el 2012 (primero en Tótem y ahora en Croma, siempre en formato digital y serializando de a una página por semana) tiene recreos (en todos los sentidos posibles) de las aventuras grandilocuentes y épicas realizadas junto al gran guionista Eduardo Mazzitelli trabajando en Dr. Paradox, probablemente uno de los personajes de ficción más personales creados en los últimos años. Y es personal porque parte de su concepción nace desde cuestiones del gusto que diseñan la imaginería que define a Quique mismo.
Justamente por este tipo de cuestiones que me despiertan el repaso por los (al momento de escribir esto) cinco tomos de Dr. Paradox editados por Comiks Debris es que hablé con Alcatena. Dos teléfonos celulares permiten unir el espacio ocupado entre dos puntos verdes, Parque Chacabuco y Plaza Irlanda, para una breve charla sobre influencias y más.
QUIQUE ALCATENA: Referencias hay todo el tiempo, yo no me he nutrido solamente de cómics, no me representa solamente la cosa comiquera de los 50/60 sino todo lo que me gusta: Salen los Beatles, el arte, todas cosas que a mi de jovencito me atrajeron. Si solamente fuera referencias comiqueras marvelitas o de DC, sería más derivativo. Pero esos elementos extras, el homenaje constante, están muy tamizados por una sensibilidad diferente.
GONZALO RUIZ: Otra influencia que resalta es la literatura.
QA: Todo el tiempo está presente, también aparece un Super Will (en referencia a William Shakespeare). Para mí todo es parte del mismo mundo y quizás eso era más notable en los cómics que leía de pibe, que había esa especie de desparpajo nada pretencioso en la forma que se abarcaban los temas más disparatados. Muchas veces con poca lógica, mucho juego, mucho vuelo. Y eso lo encontrás también en el absurdo y en cosas que te remiten a los surrealistas.
Absurdo y surrealismo son palabras clave para entender al personaje, porque esos son sus superpoderes. Sí, así de absurdo es, irónicamente. No podemos englobarlo en la categoría de personajes que sacan rayos de poder de sus cuerpos o que pueden volar o tienen superfuerza… no. Paradox interviene en los conflictos con la habilidad del desconcierto, capaz de torcer las cosas para que salgan como quiere, como si fuera un deux ex machina viviente, incluso puede cruzar las viñetas, en un claro juego de metalenguaje, como si estas fronteras comiqueras no existieran. Incluso esas “limitaciones” que tienen los cómics son cruzadas todo el tiempo: se rompe la cuarta pared, los personajes se meten dentro de historietas… ¡incluso dentro de los originales de los dibujantes!
Pero más de esto en un rato, vuelvo a lo que decía antes. En honor a la aventura, no siempre es falible. Aparece para ayudar a sus camaradas que sí tienen superpoderes, a veces análogos a aquellos que conocemos, desde una solución más aleatoria y menos lógica (apelando, por supuesto, a la lógica de un superhéroe). Claro que esta idea del absurdo y cierta “randomness” no es un invento puro de Quique, sino que es, diría yo, uno de los corazones que dan vida a esa etapa amada por algunos, vilipendiada por otros, que es la Silver Age, período de la historieta superheroica norteamericana que abarcó parte de los 50 y todos los 60, relacionada con cierta soltura después de las historias quizás más “oscuras” o “violentas” que se hicieron en los 40.
Alcatena, obvio, es todo un exégeta de esos momentos más alegres, coloridos y, sobre todo, (pido perdón por la repetición) absurdos. Más que nada porque representa una etapa más “feliz” de su vida: su niñez.
GR: Cuando escribís hoy las historias de Paradox, ¿pensás en un hipotético nene que te lee hoy o en tu versión de 10 años?
QA: Pienso en los dos, en el nene que fui y en los chicos de hoy. Es fundamental que los superhéroes no dejen de ser un género para chicos. Me da la sensación de que cada vez menos pibes leen superhéroes, no sé si es una certeza.
GR: Yo creo que es una certeza que los pibes hoy leen menos superhéroes. ¿Tenés una teoría de por qué pasa eso?
QA: Es un género que a muchos adultos nos ha costado largarlo y seguimos visitando de vez en cuando. Y es practicado por guionistas que en su momento fueron lectores, entonces me da la sensación de que se ha vuelto endogámico, y se tiene más presente al lector que fue pibe en los 60, adolescente en los 70 y un adulto ahora que a un pibe de hoy, como pasaba en mi época. Eso a la larga fosiliza al género, o lo vuelve en una cosa tan de nicho que deja de ser atrayente para quien se acerque sin mucha preparación previa. También creo fervientemente que la única historieta para pibes es aquella para todo público. Por eso trato que no sea ñoña o infantil en el mal sentido de la palabra, para que un pibe la pueda abordar sin mayores problemas. También meto unos cuantos guiños para el adulto que lee.
GR: Si hay algo que enriquece a la serie es la cantidad de juegos de lenguaje que hacés, ¿es algo que te sale natural o es en donde te paras al momento de empezar un guion?
QA: Me sale natural, no sé por qué pero, cuando me pongo a escribir yo, directamente me sale una cosa más juguetona, es algo que tengo desde la época de Anteojito. No me saldría jamás un grim and gritty. Me siento cómodo ahí, es un tono que intuitivamente escojo.
GR: Sin embargo hiciste Makabre con Alan Grant.
QA: Bueno, pero eso fue una propuesta para la revista Toxic que tenía esa onda reventada. Encima era la época ideal para hacerlo, y tenía mucha cosa freak, con esa onda inglesa de esa época medio 2000AD/lisérgica. El grim and gritty inglés me gusta porque es tan desaforado, es tan “over the top” que no me molesta, como Marshal Law. Creo que son cosas que los americanos no entienden tanto, me parece. No es casual que Pat Mills y Kevin O’Neill1 sean ingleses. Si fueran tomados en serio, Marshal Law sería insoportable, pero es tan exagerado y tan grotesco que te cagás de risa. Y Makabre estaba un poco en esa línea… Pero si yo me pusiera hacer algo en motus propio, no haría Makabre.
El grim and gritty y buena parte del cómic “adulto” de los 80 es de algún modo una respuesta a esas historias más naif. Esta corriente tuvo un instigador, otro autor inglés que, al igual que Quique, es muy fan de esta etapa comiquera: Alan Moore, más relacionado con el cómic deconstructivista Watchmen. Un dato que no es menor (sobre todo porque ya lo sabés, vos que leés esto), porque por este tipo de historias y otros comentarios dados en entrevistas, se cree que Moore odia al género. Nada más lejos de eso: él detesta los maniqueísmos generados por las industrias que hoy producen las historietas mainstream.
Su visión más amarga y pesimista contrasta con la de Quique, que no es necesariamente esperanzadora, pero habla de cuestiones similares en una historia protagonizada por la mujer de Dr. Paradox, la Sra. Paradox, en un claro homenaje a esa costumbre silveragesca de presentar familiares de los personajes conocidos.
GR: Hay una historia, “La maldición que cayó sobre Viridián”2 donde hablás del ninguneo que tuvieron los personajes de los 60. No te parás desde un lugar de denuncia al maltrato o a la ridiculez, sino que la reivindicás y justamente tu lugar de "deconstrucción", si se quiere, apunta a ese ninguneo. ¿Cómo lo sentís vos?
QA: No sé si tiene ninguneo. Yo creo que mucha gente sigue gustando de esa época, sin dejar de reconocer que a lo mejor un lector adulto de hoy en día las lee y le parecen media sonsas o ingenuas. Esas historietas están pensadas para chicos, y por eso conecto a esos personajes, historias y conceptos con momentos felices de la niñez. Y me da mucha pena que los pibes de hoy en día no tengan ese recurso, que el tono se haya vuelto más sombrío. Ojo que Watchmen me parece una gran obra, pero todo después de Watchmen, o antes también, se venía apuntado para un lector que iba envejeciendo con el paso del tiempo y que no quería soltar a los personajes que le gustaban de pibe. Y así llegamos a cosas totalmente locas como que maten a la mujer del Enlongated Man (cuyas historietas cortitas eran siempre asoleadas, ligeras, bien pensadas con una especie de historia detectivesca simpática) y que hagan pasar a personajes que eran tan luminosos por situaciones tan extremas y crueles.
GR: En esa misma historia de la Sra. Paradox, de una forma medio sutil hablas de ese recambio generacional donde superhéroes más coloridos parecen más inútiles ante la industria.
QA: Es muy interesante para estudiar el tema de las industrias culturales y su paradigma. Esa historia fue más que nada un juego, no sé si la estaba pensando tanto como una metáfora. Sí estaba muy enganchado para usar la mitología de “El rey de amarillo” de [Robert William] Chambers y mecharlo con Paradox. Pero en cierta forma hay un poco de eso, fijate que el único personaje al que no le afectaba la onda amarilla era uno que no leían porque era muy infantil, y que en última instancia salva la situación. En ningún momento quiero estar predicando: primero está la historia.
En estas últimas respuestas reside la gracia mayor de Paradox: ¿Se puede hacer una historieta que dialogue con las escritas bajo el ala de Mort Weisinger o Stan Lee, evitando el pecado de ser ingenuo o tomar al lector de infantil? Sí, se puede. Claro que Alcatena lo hace de una forma inteligente. Retomando esas lecturas con el paso del tiempo a cuestas, con nuevas influencias quizás más adultas, se puede hacer una relectura de esos tiempos más simples y esbozar no una parodia, no un homenaje, sino armar un nuevo camino por el cual se pueda transitar esa alegría sixtie. Las herramientas son otras, entender el absurdo como un poder más y no como una cuestión azarosa ejecutada de pedo porque había que pensar historias boludas para nenes y no se podía mostrar monstruos o sangre, eran aliens de otros universos y listo, crean esto que es “lo que vende”.
Dr. Paradox es la visión de alguien que, a sus 10 años y gracias a las revistas Novaro, tuvo el shock multicolor. Una dosis salvadora que expandió mentes cual LSD, pero sin recurrir a estímulos químicos, y que mostró un mundo nuevo, impulsado por la psicodelia, el delirio, la posibilidad de lo improbable y lo imposible. Dr. Paradox es un héroe capaz de realizar lo irrealizable, porque de eso está hecho. Un vórtice de caos alegre y jovial, una cara amistosa que trae con él la locura, una nueva arma para combatir al mal, algo más luminoso.
Todo esto también se complementa con la idea de un cómic que habla más de uno mismo que de otros, que es lo que pasa con estas historias, donde vemos un crisol de gustos y temáticas que chocan y generan historias nuevas, incluso cuando parecen incompatibles. Porque los mundos imposibles de Lovecraft nada tienen que ver con la alegría hipervisible de los cómics de superhéroes, pero Quique sabe cómo conjugarlos. La idea del dadaísmo no es una simple excusa para hacer cualquier cosa, acá está interpretada de una forma clara, pedagógica y, sobre todo, bien divertida y amena para no expulsar a nadie. Al fin y al cabo, si algunos cómics ya lo hacen, ¿no es mejor romper ese maleficio? Para eso está el Doctor.
Viva Dadá. Viva Paradox. Viva Quique.
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Los creadores de Marshal Law.
Incluida en el libro Dr. Paradox: La Sra. Paradox y el Lápiz mágico de Viridián, publicado en 2021 por Comiks Debris. Dentro de la colección del personaje, es el tercer tomo de historias publicado hasta el momento.