Bienvenidos a una nueva entrega de Oficio al Medio, un newsletter sobre historietas. Cada quince días y cada quincena más cerca del correo número 100, Gonzalo Ruiz y Matías Mir analizan algún cómic o alguna temática relacionada al mundo de las historietas, buscando repensar sus lecturas y conectar con otros fanáticos. En este contacto, Gonza celebra la edición local de un consagrado artista gringo.
PERO ANTES: Queremos agradecerle a Federico Fahsbender (quién también prologó nuestro libro editado por Rabdomantes), que muy amablemente nos hizo una pequeña entrevista para Infobae Cultura. Si alguno todavía no la leyó, lo puede hacer clickeando acá.
¡Editan Monica de Daniel Clowes en Argentina! ¿Por qué es tan importante esto?
Por Gonzalo Ruiz
Ocurrió el milagro, finalmente. A casi 40 años de su primera historieta publicada en Fantagraphics (una aventura de Lloyd Llewellyn publicada en el decimotercer número de Love and Rockets), finalmente llega una edición nacional de un libro de Daniel Clowes.
Daniel es parte de lo que podríamos considerar la tercera ola de autores independientes norteamericanos que generaron (y siguen todavía hoy generando) un fuerte impacto dentro de la prensa especializada, siendo la primera integrada por la antología Star*Reach (editada por Mike Friedrich) y las revistas autopublicadas Cerebus (de Dave Sim) y ElfQuest (del matrimonio de Wendy y Richard Pini); y la segunda con las antologías Raw (Spiegelman), Weirdo (Robert Crumb y Peter Bagge) y la ya mencionada Love and Rockets. Todo este caldo de cultivo incentivó no solo a que muchos jóvenes artistas se animaran a publicar sus historietas, sino que obligó en cierta medida a Fantagraphics a oficiar de cazatalentos. En esta tercera ola nos encontramos con Clowes, Dave Cooper, Chester Brown, Carol Lay.
Tras un par de números de Lloyd Llewellyn publicados por la editorial de Gary Groth, Clowes se animó a dar el exigente paso de tener su propia antología/campo de experimentación: la mítica Eightball.
Eightball es, sin dudas, una antología muy influyente. Duró 23 números publicados de forma errática a lo largo de 15 años, donde de manera serializada, Clowes publicó, además de muchísimas historias cortas (entre ellas, la mítica Art School Confidential), cinco historias largas que, por supuesto, hasta el día de hoy se republican de corrido en formato trade paperback. Acá descubrimos de qué está hecho el mundo de este artista tan particular.
Hay momentos lyncheanos con Like a Velvet Glove cast in Iron (publicada en los primeros 10 números, una obra difícil de reseñar o incluso de intentar resumir, más que nada por la ausencia de guion, porque la serie está basada en sueños recurrentes que Clowes dibujaba), la consagración definitiva con Ghost World (publicada entre los números 11 y 18, ocho historias cortas e inconexas protagonizadas por las adolescentes Enid y Rebecca, atrapadas en una ciudad que las repele por completo. Un Clowes que busca mostrar la melancolía absoluta de la juventud a la deriva), hay un thriller fumado como es David Boring (publicado en los números 19, 20 y 21, un relato largo y continuo protagonizado por un joven exdirector de cine con una obsesión por las mujeres, cuya vida se hunde más y más a medida que esta se torna más compleja y problemática), un simpático momento twinpeakseano con Ice Haven y su homenaje a la ridiculez lúdica de los superhéroes con The Death Ray (donde Clowes arma su propio Watchmen/Dark Knight Returns en clave de total joda. ¿Qué hace una persona que obtiene un poder supremo y definitivo? ¿Lo usa para su bien o para ayudar a los demás? ¿Qué consecuencias trae usar ese poder para hacerse el vivo?).
En medio de este derroche de imaginación e imágenes sofisticadas y complejas, el artista se consagró, impulsado también por la adaptación cinematográfica de Ghost World. Es acá donde termina la carrera como autor de antologías y se convierte en un respetado autor de novelas gráficas. No hay libro suyo que, al momento de publicarse, no sea un “evento literario”. Algo también amplificado por la distancia que hay entre publicaciones.
Cuestión que llega el año 2023, y con una impactante tapa nos enteramos que, después de siete años, volvemos a tener una historia larga del maestro. La sorpresa no fue mayor a la noticia que tuvimos un par de meses después: que Monica es la primera historieta editada en Argentina y casi en simultáneo con su publicación original (apenas un mes después) a través de Fantagraphics1. Los que tomaron la bandera de editar a Clowes en nuestro país son los amigos de Hotel de las Ideas, quienes, supongo yo, en caso de tener un éxito con esta publicación, sacarán más material del maestro, que si bien la española La Cúpula editó casi todo, a esta altura del partido no son tomos fáciles de conseguir (ni baratos). Pero tampoco es cuestión de agarrar el codo cuando nos dan la mano: tener una edición nacional y popular de una historieta actual de Clowes es motivo de celebración.
Y la celebración es doble cuando el cómic está a la altura de las expectativas y más. Por no decir lisa y llanamente que es una obra maestra, el mejor cómic (internacional) del año.
Podría decir que Monica es un Clowes puro, uno donde todas esas influencias que se ven dentro de las novelas serializadas en Eightball aparecen acá, de una forma más estilizada si tenemos en cuenta que hay, repito, casi 40 años entre estas historias y esta. Es cierto pero también reduccionista. Un poco por el hecho que este es un Clowes maduro (en más de un aspecto) y se nota en el desarrollo del relato, hacia dónde va y, sobre todo, quién lo protagoniza. Más maduro, sin embargo, no significa más controlado o “en el molde”, sino reflexivo, alguien que aplica la mirada curtida de un hombre que tiene 62 años y que tenía 55 cuando empezó con este cómic.
Eso reflexivo se ve en Monica, la protagonista. Voy a encarar la difícil labor de invertir el concepto “show, don’t tell”, porque no quiero hacer una de más y cagar las sorpresas que están en un libro que, si sale todo bien, tendría que estar saliendo la semana que empieza mañana (esto solo se aplica si leíste esta reseña el mismo sábado 18). Pero bueno, Monica emprende un viaje. Uno que pasa por la historia de su vida (que además atraviesa las décadas del 60 en adelante, hasta la actualidad), un viaje introspectivo para saber quién es y, de un modo u otro, según quién quiera verlo y cómo, un viaje por la historia moderna de Estados Unidos. Para el autor, es un libro que va “acerca de todo”. Algo que también se aplica en su estructura de historias cortas que, juntas, forman un mosaico que explica “la vida de Monica”. Cada historia tiene un enfoque e incluso un género distinto. Es una historieta muy inteligente, que exige al lector una mayor concentración, pero también da la posibilidad de ser un libro abierto a la relectura, ideal para rescatar detalles y tener una experiencia más inmersiva al reconocer ciertas cosas que quizás escapan a la lectura. Sin embargo no es un cómic difícil de leer, menos uno inentendible. Simplemente te pide que le des un poco más de bola, y eso en estos tiempos es un valor agregado muy fuerte.
Como en una telenovela, son varios los personajes que tienen su momento de importancia, aunque todo gira en torno a Monica. Como en Twin Peaks, aunque sin incurrir en asesinatos o en mitología aborigen. Pero sin embargo, como en la serie (o en casi cualquier producto) de David Lynch, los detalles importan y a veces son más importantes que la trama en sí. El hecho de ir y venir en el tiempo y con distintos personajes que aparecen y reaparecen cuando uno menos lo espera, hace de la lectura, si bien no muy extensa (son 106 páginas), sí densa. Clowes, como el cineasta, te pega el volantazo cuando menos te lo esperás y hace que todo sea, por un rato, confuso. Hasta que volvés a entender qué pasa y retomás el disfrute. Porque, en definitiva, es una historieta muy disfrutable. Los personajes incisivos, algo incómodos como siempre en la obra de Daniel, acá también figuran. Está también esa sensación de desconcierto, como si todo lo que vemos fuese solamente un sueño. Parece una boludez, siendo que hablo de una historieta de ficción, pero esto no es un “slice of life”, como suelen decir que hace Clowes. Esto es una ficción dura, exigente, una lectura poco amable. Pero repito, no hace falta ser un genio para disfrutarla, Monica solo te pide a cambio un par de horas de tu tiempo, y además te pide que la vuelvas a leer una vez más, dos si hacen falta. No es un libro pensado para leer en el momento y pasar a otra cosa. Estás entrando en un mundo donde el hippismo, Ron L. Hubbard y una radio que permite hablar con fantasmas se dan la mano. Como siempre, Clowes hace del delirio y del ridículo una mezcla perfecta, un género propio, clowesesque.
Que disfruten la lectura lo más pronto que puedan.
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En realidad quiénes publicaron primero Monica fueron los españoles de Fulgencio Pimentel, que sacaron el libro en septiembre, un mes antes que Fantagraphics. Lo mismo ocurrió en Países Bajos, a través de la editorial Concerto.
Josha; ya está en mi lista (¡te faltó nombrar PUSSEY! -que me gustó mucho, tira mucha mierda para los superhéroes, Art Spiegelman y otros)