Bienvenidos a la última entrega de Oficio al Medio del 2021, el año que nos vio nacer. Cada semana, Gonzalo Ruiz y Matías Mir analizan algún cómic o alguna temática relacionada al mundo de las historietas, buscando repensar sus lecturas y conectar con otros fanáticos. En este nuevo contacto, Gonza y Matías despiden el año comentando lo mejor que les dejó este 2021.
Whatever Happened to 2021?
Por Gonzalo Ruiz
Se va un año… rarísimo, pero raro de verdad. La transición absoluta entre ese apocalipsis en modo Ahora 12 que fue la covid-19 y un intento de volver a la normalidad que continúa en modo prueba y error porque, bueno, el virus sigue dando vueltas, muta, no está la población mundial 100% vacunada… en fin, que los próximos años también van a ser algo raros, pero este 2021 quizás fue el teaser trailer de este extraño porvenir.
¿Y cómo se aplican estos pequeños cambios a lo que nos compete en este newsletter? Bueno, hay dos puntas importantes: en primera, volvieron los eventos (durante el segundo semestre de este año la agenda se reactivó violentamente, llegando incluso a tener tres eventos distintos en un mismo fin de semana; y ni hablar de la confirmación gracias a la entrevista de Nerda Family a Eduardo Risso, de la vuelta de Crack Bang Boom el próximo año); en segunda, está el mercado editorial que, por el lado de la producción nacional, tuvo un exquisito balance entre novedades y rescates; y por el lado licenciatario, una explosión casi obscena de material japonés de la mano de Ivrea, seguido detrás por OVNI Press a cargo de DC Comics, que además este año se sumó a marcar la cancha en lo que manga se refiere, formando un triunvirato nipón junto a Panini (que, a su vez, licencia Marvel Comics).
A nivel personal y siempre enfocado en ello, fue un año rarísimo, de poca lectura y encima enfocada en temas puntuales, básicamente por “culpa” del regreso en formato revista, aunque digital, de la Comiqueando. Involucrarme en los cuatro números (además de entregar una nota mes a mes en la versión Online) implicó meterme de lleno en los cuatro temas elegidos y dejando poco espacio para una lectura más “personal”, y no digo esto con resentimiento: estoy contento de cómo quedaron mis participaciones, siento que dejé lo mejor de mí (sobre todo en la meganota de Tezuka del número tres, donde entregué casi 20 páginas de word con no sé cuántos caracteres) pero bueno, el costo a pagar fue involucrarme menos en lecturas “recientes”. Lo bueno de la atemporalidad de la lectura, es que, quizás, el próximo año sea ideal para reencontrarme con lo que me perdí durante el 2021.
Así y todo, algo se leyó, y me gustaría resumir el año con estos tres puntos:
Lo nuevo: “Saturno” de De Santis y San Juan.
Cortito y al pie, por además ya lo nombré en esta entrega, pero sin dudas la serie que figuró primero en la Fierro digital y que actualmente se consigue (con algo de dificultad, pero bueno) en papel gracias a Hotel de las Ideas, es mi candidata a favorita total de este año. Compite quizás cabeza a cabeza con Me prometiste oscuridad, pero, que me perdone Damián, el género policial me tira mucho más.
Lo viejo: “Elvisman” al rescate de Diego Cortés.
En 2020, lo que iba a ser la noticia de un año olvidado en el tiempo, era el “regreso” de Llanto de Mudo, mítica editorial cordobesa capitaneada por Diego Cortés hasta el día de su inesperada muerte. La pandemia trabó todos los planes hasta que Tomás Coggiola de la editorial Comic.Ar levantó el guante y se puso a armar la “Colección Llanto de Mudo”. Y su debut fue ni mas ni menos con la gloriosa Elvisman. Los hijos de Watchmen brotaron con fuerza inusitada a finales del siglo XX y principios del XXI, pero muy pocos (por no decir ninguno) supieron qué hacer con la cantidad de intenciones o comentarios que Alan Moore y Dave Gibbons le pusieron a la maxiserie. Sin embargo, antes de la llegada de varios de estos «hijos», Cortés junto a los dibujantes Juan Ferreyra y Leo Sandler deconstruyeron y reutilizaron como nadie la parodia superheroica.
Se puede decir que gracias al Cazador de Jorge Lucas, la historieta nacional en los 90 tuvo su momento «watchmeneano» de parodia con el género, pero esta era, tal vez, un poco más descerebrada, más centrada en el shock value y de reírse bien fuerte de algunos tropos. Lo de Elvisman, por otro lado, va más allá. Primero porque estaba más centrada en contar una historia única, lineal, que tiene un por qué, un universo construido alrededor y que funciona. Se puede pensar incluso que lo que cuenta esta obra podría ser una continuación lógica de lo que ocurre al final de Watchmen. ¿Cómo sería un hipotético número #13 o #14, ignorando esa herejía llamada Doomsday Clock? ¿Y si después la paz obtenida tras la resolución final venía la dictadura comandada por un superhéroe? Ya que esto es lo que vemos en el número #1 de esta serie, una ciudad limpia y estéril controlada de facto por Magnánimus, una suerte de Superman de este universo. Y en medio de esta dictadura está Elvisman, nuestro agente del caos, la otra cara de esta moneda. Un borracho mujeriego irrecuperable, que representa la «cordura» dentro de este estado de sitio. Por supuesto que el planteo que se encuentra dentro de una trama plagada de violencia, machaca e interludios musicales es bastante fuerte: ¿Cómo puede ser que el verdadero héroe sea una persona de moral dudosa, casi imposible de confiar? Pero claro, la idea tampoco es mostrar al protagonista como un héroe absoluto, sino como el antídoto contra la represión.
La sorpresa: La ¿vuelta? de la revista
Algo que ocurrió entre el año pasado y este, es el ¿regreso? del fomato revista (o back issue, pero por dios nunca le digan grapa). La editorial Maten al Mensajero publicó durante este año tres revistas autoconclusivas: El año en que conocí a Naritzutis de Camila Torre Notari, Dusko de Pablo Vigo y La ley de Murphy de Nacha Vollenweider, que, en palabras de su editor Santiago Kahn, funcionan como teasers; es decir: obras cortitas que sirven para aplacar la manija mientras estos artistas (y otros que vendrán) concluyen obras más largas… pero así y todo, no fueron ni los únicos ni los primeros en animarse a este formato.
En 2018, los cordobeses de Deriva Ediotiral publicaron Gunvara, una gran historia de sword & sorcery a cargo de Abel Alfaro, Javier Vicente y Luca Vassallo. La secuela vino un año después, y en tiempos pandémicos publicaron 2020 de Nico Brondo, un excelente one-shot. Pero este año explotaron y publicaron: Lo que ya pasó de Brian Janchez y Pablo D’Alio; Galgo de Athos Pastore y La sonrisa de Duchenne de Damián Connelly (otrora estrella que rompió el mercado gringo con Me prometiste oscuridad). De golpe, en cuestión de meses hay seis revistas impresas en alta calidad y engrampadas, como pasa en el norte. Dos de ellas, encima, traen “de regreso” (dicho esto de manera exagerada y con un halo de deseo) el concepto de “revista de antología de autor”, algo que en el país no pegó demasiado.
Esta idea puede tener tantas desventajas como ventajas a la vez, pero sin duda lo más importante es que implica que exista una publicación de nuestros autores favoritos a un precio por demás accesible, algo que en estos tiempos difíciles se aprecia bastante. A esto también le podemos sumar que la idea de una historieta digital continúa su camino, afianzado más por necesidad y urgencia que por otra cosa durante el año pasado. Ojalá ambas vertientes sean un camino a seguir.
And to all a good night.
Por Matías Mir
Se me complica hacer balances de este año porque, si bien en algunos aspectos estuve más cerca de la historieta que nunca, en general estuve bastante alejado de la “movida” de la historieta local estos meses, potenciado por una general falta de eventos “grandes” como la CBB o la Feria del Libro (o la Feria de Editores, que sí se hizo pero que la terminé viviendo del lado de los vendedores) y mi propio tiempo ocupado en lo laboral. En cierto modo, este newsletter fue mi cable a tierra todos estos meses para seguir conectado a la narrativa secuencial en nuestro país y el mundo, y por eso agradezco la modesta pero fiel base de lectores que fue formando entrega a entrega. En algunas nos tiramos a chantas, pero también pusimos en estos mails hechos siempre a contrarreloj algunos de los textos que más nos enorgullecen, como las crónicas de Gonza sobre su vida con la Doom Patrol o mi delirio acerca de coleccionar a Carlos Nine.
Pero el mercado avanza, incluso sin mí. Junto a cierta reactivación postpandemia, este año se publicó una cantidad similar de libros a la del 2019, algo que celebrar, y más si (en una apreciación completamente subjetiva y general) parecería haber habido una alza en la calidad de las publicaciones y de las ediciones. Es solo una percepción, pero veo las listas de libros publicados en 2021 y me sorprende que haya tantos que se ven realmente interesantes. De pronto: una lista de libros que no leí pero que me parece que tienen mucha pinta: el Manos Horribles de Dolores Alcatena, Geoda de Daniela Magnelli, Campamento Negación de Paula Sosa Holt, Saturno de De Santis y San Juan (del cual Gonza ya habló largo y tendido), Siesta de Feli Punch, Inquilinos de Tiana o algunos rescates de Alcatena como Arlekín y Cascabel o Nuggu y los Cuatro/La niña de sal. Algunos de esos libros ya los tengo, junto con otros que salieron este año que compré y no tuve la oportunidad de sentarme a leer aún (como el segundo tomo de Alvar Mayor o el fantástico rescate de Evaristo). Me gusta la idea de sentir que hay un montón de buena historieta ahí afuera, todavía.
¿Sabían que en 2021 se reeditó Cartográfica de El Sike? Ese debe ser una de mis historietas argentinas favoritas de todos los tiempos. La única razón por la que no le dediqué una entrega de este newsletter es porque ya había escrito algo al respecto cuando leí su edición original artesanal y supercheta. Por un tiempo se convirtió en un inconseguible pero ahora está ahí, a la mano de quien quiera comprarlo y sentir que sus estándares para la historieta subieron de una lectura para la otra.
¿Saben qué no me interesó mucho este año? Los libros y las historietas acerca de la cuarentena, los diarios de cuarentena y similares. Vi demasiados y me terminaron hartando. Los únicos que me parecieron interesantes fueron Apocalipsis mientras tanto de Sine (una de mis humoristas gráficas modernas favoritas) y El año en que conocí a Naritzutis de Camila Torre Notari (porque está dibujado con una sensibilidad y humor muy puros y honestos), pero tengo muchas ganas de que el género como tal quede enterrado en las mesas de saldo lo más rápido posible y pasemos a otra cosa.
Quizás mi historieta local favorita del año sea una que ni siquiera salió realmente este año, pero que llegó a nuestro país recién en 2021. Naftalina, de Sole Otero, me pareció una novela gráfica redondísima por todos lados. Más allá de lo que cuenta en sí (un drama familiar contado en flasbacks/recuerdos/reinterpretaciones de narraciones de terceros enmarcado por la vida de una chica que se muda a la casa de su abuela fallecida en pleno estallido social en 2001), que es muy interesante, lo que me alucinó fue el apartado visual. Como en ningún otro libro de la autora que haya leído antes, hay una línea muy firme, un uso del color superlativo y, sobre todo, una gama de recursos de la narrativa secuencial muy bien llevados. Hay una intención real de aprovechar el lenguaje de la historieta para darle un ritmo y una atmósfera a la narración que me pareció fantástico, y hubo páginas que me las quedé viendo un largo rato, solo admirando cómo le había encontrado Otero la vuelta para representar lo que quería representar con la puesta en página. No es un libro barato, pero lo recomiendo mucho.
También tengo ganas de comprarme el libro de Hor Lang que se viene, El pequeño Timmy, ese delirio que empezó como un chiste en redes y terminó siendo una fiesta de lore bizarro mezclado con referencias a historieta de todo el mundo, o el de China Ocho, que me había enganchado mucho en su versión online.
Con un par de semanas para descansar, mi idea es poder de hecho sentarme y bajarme varios de esos libros que fui comprando y dejando para un indefinido después, tanto en físico como en digital (¿sabían que salió una nueva entrega de la revista Deriva Online? ¿O que se puede leer gratis en digital la antología Marea?). Acá, aunque te quedes quieto, las historietas siguen saliendo.
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Gran cierre de un primer gran año. Estos mails terminaron siendo mi unica lectura fija de reseñas/notas/etc durante este año que se me hizo dificil poder dedicarle tiempo a la historieta, sobre todo en difundirla :(
Asi que muchisimas gracias por el constante cable a tierra, felices fiestas y los leo el proximo año!